EE.UU. no aplicará aranceles al acero y aluminio argentinos
Exceptuó al país de la aplicación de gravámenes de 10 y 25% a la importación de productos derivados de esos dos metales. Cómo fue la gestión de Cancillería. Y lo que está pendiente.
Alberto Fernández estaba por regresar de Israel a la Argentina el viernes cuando recibió buenas noticias de Washington. Desde Buenos Aires le avisaban que una parte de las gestiones con el gobierno de Donald Trump para que diera marcha atrás con la imposición de aranceles al acero y al aluminio habían tenido éxito. El anuncio se iba a conocer este lunes, pero al final lo adelantó el canciller Felipe Solá este domingo por radio.
"Ha salido la lista de los países que serían sancionados y no está la Argentina. En una excelente noticia que sigan las cosas como están y que a las exportaciones argentinas no se las sancione con el 25% de arancel de ingreso?," dijo Solá a Radio 10. Señaló también que había habido un "gran trabajo" de la embajada argentina en EE.UU. que trabajó coordinadamente con el futuro embajador Jorge Argüello y el nuevo secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Jorge Neme.
A través de su Proclama sobre el Ajuste de Importaciones de Derivados del Aluminio, Artículos y Derivados del Acero en los EE.UU., la Casa Blanca oficializó el viernes que a partir del 8 de febrero aumentará un 25% los aranceles sobre el acero y otro 10% sobre el aluminio. Tributarán las importaciones de acero y aluminio de marca registrada que abarca clavos, grapas, cables eléctricos y algunas partes importadas, de autos y tractores, entre otros productos.
Pero en esa Proclama, la Casa Blanca anunció que los productos derivados del acero de Argentina, quedarán exceptuados junto a los de Australia, Brasil, Canadá, México y Corea del Sur. Y en el caso del aluminio, no afectará a la Argentina, Australia, Canadá y México. Entre esos productos quedan exentos el alambre trenzado de aluminio, bandas trenzadas y similares, estampados para coches y carrocería de aluminio y acero para vehículos y tractores.
Con este anuncio. el Gobierno argentino se anotó una victoria tras el duro golpe del 2 de diciembre, ocho días antes de asumir Fernández el poder, en el que amenazaba Trump por su cuenta de Twitter: "Brasil y Argentina han estado presidiendo una devaluación masiva de sus monedas, lo cual no es bueno para nuestros agricultores. Por lo tanto, con vigencia inmediata, restableceré las tarifas de todo el acero y aluminio que se envíen a los EE.UU. desde esos países".
Un año atrás, Trump había exeptuado a la industria argentina y brasileña de acero y aluminio de graváme nes de 25% y 10%, que anunció como parte de su política proteccionista.
Ahora, en diciembre la amenaza nueva le caía en plena transición de gobierno y lo primero que ocurrió es que el ex canciller Jorge Faurie y el ex ministro de Producción Dante Sica mandaron cartas a diestra y siniestra a la administración de Trump. Según la administración actual, fue un error: dicen que no apuntaban al corazón de una amenaza que sólo era un tuit. ¿Pero si no mandaban nada no los acusarían de inacción? Por otro lado, en Buenos Aires insistieron que, en silencio podían revertir un anuncio de Trump que no estaba en efecto y que sólo había sido un tuit. Con todo, aún queda trabajar los aranceles al acero y aluminio en bruto, que siguen negociación.
Lo importante señalaban, fue elaborar y enviar la lista de monitoreo del Departamento del Tesoro de aquellos países que manipulan sus monedas para obtener una ventaja comercial. Y así se hizo. En ella no aparecía la Argentina, tampoco Brasil, que supo que estaría exceptuado.
En una carta que el encargado de negocios de la Embajada argentina en los Estados Unidos, Gerardo Díaz Bartolomé le envió al secretario del Tesoro, Robert Mnuchin, se hizo saber que la suba de aranceles afectaría a 180.000 toneladas para de acero y otro tanto de aluminio. Se mencionó la situación de la economía argentina y por qué se tomaban medidas. Y se explicaron los graves problemas de pobreza e inflación en el país.
Fuente: Clarín
