Agenda del día

18/08/2019

Agenda de la Mañana

Agenda de los diarios
Hernán Lacunza reemplazará en el Ministerio de Hacienda a Nicolás Dujovne

 

Nicolás Dujovne renunció ayer al Ministerio de Hacienda. La caída de la economía fue el motivo principal de la derrota en las PASO y aceleró la salida del funcionario que no compartía las nuevas medidas lanzadas por el Presidente. Lo reemplaza el ministro económico bonaerense, Hernán Lacunza. Macri le pidió a Vidal que le permitiera llevarlo al Gobierno nacional. Deberá reunirse con el FMI para ajustar los términos del acuerdo con la Argentina; controlar el impacto del dólar sobre la inflación y reactivar el consumo. Peña, por ahora, sigue como jefe de Gabinete.

(Clarín - La Nación - Página 12 - Perfil - Crónica - Popular)

La Entrevista

Alberto Fernández, Candidato a presidente por el Frente de Todos.

"Nosotros somos mucho más que kirchnerismo" "No se puede pensar un país sin el campo"

(Clarín)

"No pienso cerrar la economía"  "Para mí, el Mercosur es un lugar central. Y Brasil es nuestro principal socio y lo va a seguir siendo"

(La Nación)

"El mundo ya se dio cuenta de que el problema es Macri" ?Me siento muy incómodo teniendo que ser yo quien explica los incumplimientos de Macri con el Fondo Monetario? 

(Página 12)

El Personaje

José Martínez Suárez, Cineasta Argentino

 Fue un referente de la historia del cine argentino y era el hermano de Mirtha Legrand.Falleció a los 93 años.

(La Nación - Perfil - Crónica - Popular)

Agenda Económica

Recalculando con el FMI: Hay US$ 5 mil millones pendientes pero cambió todo. El pacto cambiario, fiscal e inflacionario quedó desarticulado con las últimas medidas del Gobierno. Se esperan la visita de una misión esta semana, que está en duda, y un desembolso en septiembre. Qué cuentas hacen los mercados. 

(Perfil)

Los precios sin IVA salieron a la cancha. Las grandes cadenas ya aplicaron la quita en los productos, aunque en los comercios más chicos aún no están disponibles. 

(Crónica)

Columnas

Joaquín Morales Solá
Elecciones que se resuelven entre lágrimas

El miércoles fue un día sueco en una Argentina desquiciada. Solo hablaron civilizadamente los dos únicos hombres que tenían que hablar. Parece poco, pero es mucho en una nación dramática, donde una parte del país llora porque otra parte está alegre. Así sucedió en 2015; así fue el domingo. Mauricio Macri y Alberto Fernández lograron sacar al país de la ratonera en la que estaba. El conflicto consiste en que el hombre que tiene las herramientas no tiene el poder y el que tiene el poder no tiene las herramientas.
Nunca Alberto tuvo tanto poder (ni cuando fue jefe de Gabinete) como después de las elecciones, pero todavía no es presidente electo. Esa contradicción institucional, letal para la economía, es una peculiaridad argentina; también, una anomalía.
Macri amaneció el lunes sin haber dormido. ¿Se puede dormir después de vestirse para una fiesta y terminar en un funeral? ¿Se puede descansar cuando se sabe, como Macri sabía, que los mercados hundirían al país? Nadie le advirtió que el voto de protesta lo arrasaría. Ni siquiera las encuestas que medían la intención de voto para Alberto detectaron la enorme distancia que terminó separando a los dos principales candidatos. El encuestador que más cerca estuvo de la verdad fue Hugo Haime, que medía para Alberto: pronosticó un resultado de 13 puntos a favor de Fernández-Kirchner. Al día siguiente, los mercados reaccionaron más con el recuerdo que con la información del presente. No tenían datos actuales porque Alberto Fernández no había hablado hasta entonces de sus ideas económicas. Los mercados pronostican con información vieja o nueva, según sea la que tienen a mano. Actuaron entonces con el recuerdo de los últimos siete años económicos de Cristina Kirchner, no con lo que haría Alberto si fuera presidente. Alberto Fernández forma parte del establishment político argentino. Estuvo en el Estado desde los tiempos de Juan Sourrouille (de quien fue asesor legal) hasta su renuncia como jefe de Gabinete, en 2008. No se imagina como Hugo Chávez o Nicolás Maduro. "Fui el jefe de Gabinete de los superávits gemelos (fiscal y comercial) y del acuerdo con la mayoría de los bonistas en default. ¿Dónde está Venezuela en mi pasado?", suele preguntarse en un reproche implícito al gobierno de Macri.

Jorge Fontevecchia
El duelo

Ahora María Eugenia Vidal no es tan linda, Macri es directamente un inepto, La Cámpora no es tan mala y Alberto Fernández es mucho mejor que Bolsonaro, Trump y el inglés Boris Johnson. Comentarios que sorprenden por provenir de quienes hace poco más de una semana tenían opiniones diferentes, fomentadas en gran medida por repetir que todo peronista era un ladrón y que con el kirchnerismo el único destino posible sería ser Venezuela.
Pero la historia está llena de ejemplos similares. Cuando Napoleón se escapó de su prisión en la isla de Elba y llegó a la costa francesa, un 1º de marzo, el principal diario francés, El Constitucional, tituló: ?El sanguinario ogro ha abandonado su guarida?. Cuando Napoleón ya había armado un ejército, tituló: ?Bonaparte se encamina hacia París?. Tres días después: ?Napoleón prosigue su avance triunfal?. Un día antes de su llegada a la capital, tituló: ?Mañana hará su entrada en París el emperador?. Y el 20 de marzo, día de su ingreso: ?Su Majestad Imperial ha llegado a la capital de sus Estados?. Esto sucedió en solo tres semanas en 1815; con la velocidad actual, una semana alcanza para convertir a un líder en un espectro y a lo opuesto en líder. O a aquello que era virtud, en defecto. Y el Gobierno tendrá que hacer el duelo rápido, lo que no es fácil. Por eso, en todas las religiones hay ritos funerarios que cumplen una función tan antigua como la humanidad: hacer comprender, a quienes sufrieron una pérdida, que es irreversible. Ante lo irreparable todo doliente apela primero a la negación. Es lo que le sucede ahora al Gobierno, que aún declama que las elecciones serán las de octubre y todavía puede ganarle a la fórmula Fernández-Fernández. Sostienen que la clave no es negociar que Espert, Gómez Centurión o Lavagna los apoyen, porque esos votos recién serían necesarios en un ballottage.
Ahora lo único que precisan es que Alberto Fernández pierda 4% de sus votos porque, al haber tenido 47%, con 4% menos quedaría por debajo del 45% que la ley electoral dispone para que no haya segunda vuelta. Tampoco necesitan que los 4 puntos que perdería Fernández fueran todos a Macri-Pichetto, pueden ir a Lavagna o hasta a Del Caño, lo único importante en primera vuelta es que el Frente de Todos saque menos del 45% con menos del 10% de diferencia del segundo.

Ricardo Kirschbaum
El impacto de los votos obliga a Macri al sacrificio

Hay que repetirlo porque parece una ficción. Todavía hay una elección por delante, aunque por la conducta de ganadores y perdedores de las primarias parece que ya está todo definido. El mercado ya descontó quién puede ser el ganador. Y reaccionó.
El oficialismo está dispuesto a hacer un gran esfuerzo para mejorar la catástrofe del domingo pasado. El objetivo de máxima es entrar en el balotaje para lo cual no le basta con crecer sino que Alberto Fernández debe perder varios puntos. El de mínima es crecer en el número de legisladores y defender, además de la Ciudad de Buenos Aires, otras plazas en las que cree que puede resistir o recuperar.
En este esfuerzo hay dos posiciones. Una, jugar todo a suerte y verdad, que es minoritaria dentro del gobierno; otra, más realista, es hacer todo el esfuerzo pero también actuar con responsabilidad para entregar el poder, si los votos lo determinan, de una manera ordenada.
Aunque las diferencias son notorias y públicas, hay una coincidencia implícita entre esta última postura y la del triunfador de la virtual primera vuelta electoral.
Es que el terremoto económico que de comienzos de semana -una sobrereacción similar a la que habían tenido los mercados el viernes anterior a las PASO pero en sentido contrario- necesita decisiones racionales para que los hipotéticos ocupantes de la Casa Rosada no encuentren, por ejemplo, un Banco Central sin reservas, como el que heredó Macri en 2015. Es por eso que una de las cuestiones que hablaron Alberto F. y el Presidente ha sido, precisamente, que las reservas no se quemen en el intento de detener la carrera del dólar. La declaración posterior del candidato del Frente de Todos sobre el precio del dólar, tras el sacudón, forma parte de esta visión, alejada de las posiciones más radicalizadas que aconsejan dejar que Macri se desangre.
Quien más impulsó el diálogo de Macri y Fernández ha sido Rogelio Frigerio, ministro del Interior.
Horacio Rodríguez Larreta, quizás el único de los cuatro jinetes de la Apocalipsis del PRO que quedó en pie, apoyó también ese diálogo. Larreta piensa en el presente -tiene una elección también que ganar- pero más que nada apuesta al futuro.
El Gobierno no sólo ha sacrificado una porción importante del acuerdo con el FMI, sino todo con las medidas que ha lanzado. Después del cachetazo, esta toma de conciencia de que el ajuste llevó al voto castigo, se intenta una tregua en el recorte en busca de recuperar aire político. 

Eduardo Van der Kooy
Sobre una cornisa

A 36 años de la recuperación de la democracia la Argentina vuelve a sentir acechada la gobernabilidad.
El susto indujo a Mauricio Macri y a Alberto Fernández, dos personas que se quieren poco, a ensayar un acercamiento que repuso mínima dosis de previsibilidad. El Presidente fue duramente derrotado en las PASO pero sigue siendo presidente. El candidato K ganó pero continuará siendo simple candidato. Si repite el éxito, se convertirá en mandatario electo. Debería asumir en diciembre.
Que la estabilidad política de una nación crónicamente inestable tambalee por el resultado de una votación demuestra dos cosas.
Ante todo, la pobreza del sistema. También la notable impericia de la clase dirigente que en el afán por defender sus intereses circunstanciales disfraza de mejoras institucionales normas legales que nunca encuadran con la realidad. Un caso, está a la vista, son las primarias obligatorias sancionadas en 2009. Otro, más distante, la Reforma Constitucional de 1994.
Ambas, por otra parte, desnudan una contradicción.
Después de la salida anticipada de Raúl Alfonsín, forzada por la extensa transición de seis meses entre la elección -- que terminó con el líder radical-- y la entrega del poder se estipuló que los comicios se harían siempre el último domingo de octubre.
Para que el paréntesis se redujera a 40 días. Néstor y Cristina Kirchner inventaron las PASO con la adhesión banal de las mayorías oficialistas y opositoras en el Congreso.
Repusieron de esa manera un conflicto que se había intentado eludir. Sucedió porque el origen de las PASO fue espurio. Los Kirchner la idearon como una herramienta para coagular las fugas peronistas. Fue lo que los había llevado a la derrota aquel 2009.
El oportunismo quedó registrado a partir de ese momento. En 2011, 2015 y ahora (2019) el kirchnerismo ungió sus candidatos a dedo.
Sin primarias. La incógnita radica en conocer por qué razón la oposición suele entrar con tanta candidez en esos juegos.
Han existido ejemplos de crisis políticas muchísimo más graves en la región que no representaron una amenaza para la gobernabilidad.
Veamos dos. Dilma Rousseff fue destituida por un juicio político en mayo de 2016. El proceso se inició en diciembre del 2015. Fue reemplazada por el vicepresidente, Michel Temer, que tuvo el timón hasta noviembre del 2018 cuando triunfó Jair Bolsonaro.

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