Agenda del día

11/12/2019

Agenda de la mañana

Alberto prometió crear un orden económico solidario - Acreedores ahora ven una negociación dura - Cambios en AFI y Justicia - Gestos de apoyo de gobernadores y jura en ocho provincias - Hoy, el turno de Kicillof en La Plata

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Temas del día

Alberto Fernández inició su mandato

En su primer mensaje ante la Asamblea Legislativa, el Presidente llamó a superar ?el muro del odio, el hambre y el despilfarro?. Y planteó la necesidad de ?suturar las heridas?. Antes, había recibido los atributos del mando de Mauricio Macri. En un mensaje de tono moderado, Fernández aludió al período anterior al considerar la situación de ?fragilidad? del país. No hubo definición sobre el pago a acreedores: ?Para pagar, habrá que crecer primero?. Y precisó que, hasta tanto se solucione el problema de la deuda, gobernará sin Presupuesto.
Se pronunció a favor de ?una Justicia que no nos avergüence?. Y consideró que su vicepresidenta, Cristina Kirchner, es ?una perseguida judicial?.
Ambos, por la noche, saludaron a la multitud al culminar el festival artístico en la Plaza de Mayo. 

Clarín:  Alberto convocó a cerrar la grieta

La Nación:  Fernández anunció un plan contra el hambre y una reforma judicial

Página|12:  Un día perfecto

El Crónista:  Asumió Alberto y prometió crear un orden económico ?solidario?

Ámbito:  Asumió alberto F. con doble misión: evitar default y reactivar la economía.

El Economista:  Fernández con Cristina: ?Volvimos, vamos a ser mejores y nunca más nos dividiremos?

Agenda económica

Guzmán hace los primeros anuncios económicos

El flamante ministro de Economía, Martín Guzmán, anunciará esta tarde las primeras medidas del programa económico del gobierno de Alberto Fernández.
A pesar de que el Presidente se refirió ayer en su discurso de asunción en el Congreso a la deuda de la Argentina con acreedores privados y con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la presentación del ministro de Economía estaría vinculada al plan integral que posibilite al país alcanzar la sustentabilidad macroeconómica. En ese sentido, se espera que Guzmán se refiera a los aumentos de emergencia a los ingresos mínimos, ofrezca pistas sobre los flujos de ingresos y gastos futuros y presente a su nuevo equipo de trabajo. 

La Nación - El Economista

Acreedores ahora ven una negociación dura

Bonos y acciones terminaron con fuertes bajas en el debut del nuevo gobierno
  

Ámbito - El Economista

Temas a seguir

Cambios en AFI y Justicia

Intervendrá la Inteligencia y habrá reformas en la Justicia federal.  Después de la negativa de Alberto Iribarne para asumir, el presidente analiza opciones. La oposición no objetará su división.

Clarín

Gestos de apoyo de gobernadores y jura en ocho provincias
Alberto Fernández logró ayer una foto de asistencia casi perfecta de los gobernadores, muchos de los cuales modificaron su propia agenda de jura o traspaso de mando para estar presentes en el Congreso Nacional. Tras saludar al nuevo Presidente, los mandatarios celebraron, entre otras cosas, la mención de Fernández a la necesidad de federalizar la administración.

Hoy, en tanto, Axel Kicillof asume el mando y le devuelve al peronismo el poder en el mayor distrito del país. 

Ámbito - El Economista

Hoy, el turno de Kicillof en La Plata

Con Cristina Kirchner, asumirá la gobernación, tomará juramento a ministros y dará un discurso con su plan.

El Economista

Dos datos

Fondos de obras sociales, en manos de los gremios
 

David Aruachan, actualmente a cargo de la prestadora médica de UPCN, asumirá en el estratégico organismo. Los gremios también colaron representantes en la estructura de Trabajo.

EE.UU., Canadá y México sellaron un su nuevo acuerdo de libre comercio, el T-MEC

Los parlamentos de los tres países se propusieron ratificar el pacto que reemplaza al TLCAN antes de fin de año, aunque el impeachment contra Donald Trump podría atrasar la votación en el Capitolio.

El Personaje

Mauricio Claver-Carone

El enojo de EE.UU.  El enviado de Trump se retiró por la presencia del delegado de Maduro.

La Foto

Histórico

Alberto tiene el bastón de mando. Cristina sonríe. Y Macri se despide.

Columnas

La paradoja de la etapa que empieza

Por:  Carlos Pagni

"Alberto presidente, Alberto presidente?, coreaba la barra, una y otra vez, durante la sesión parlamentaria de asunción de Alberto Fernández. Con Cristina Kirchner en el centro de la escena, el cántico no era una constatación. Era un desafío. Fernández le respondió con su discurso. Los argumentos y los objetivos expuestos en esa presentación inaugural iban más allá de la retórica. Pretendieron indicar que estaba asumiendo, al fin, la jefatura del Estado. Allí se desplegaron las zonas de acuerdo y de tensión con su vice, que lo llevó a la presidencia.
Las palabras de Fernández se ordenaron en tres ejes. Un llamado a la reconciliación nacional. Un programa de reparación socioeconómica. Y una propuesta de regeneración institucional. Es curioso: la filiación de todo el planteo fue de un alfonsinismo explícito. El nuevo presidente abrió y cerró su disertación evocando al líder radical, cuya administración integró desde un cargo subalterno del Ministerio de Economía.
Lula da Silva asumió la presidencia de Brasil con un gesto simbólico: se quitó de la solapa el escudo del PT. Fernández, en cambio, cantó la marcha peronista. Se dejó llevar. Ese inicio terminó desentonando con lo que predicó. Llamó a ?superar los muros emocionales? porque ?apostar a la fractura y a la grieta significa apostar a que esas heridas sigan sangrando. Actuar de ese modo sería lo mismo que empujarnos al abismo?. Y confesó: ?Quiero ser capaz de corregir mis errores, en lugar de situarme en el pedestal de un iluminado?. Para cualquier votante desprevenido de Cambiemos, estaba prometiendo no parecerse a la mujer que tenía al lado, tratando de leer, de reojo, su mensaje. Fernández tendió un puente hacia quienes no lo eligieron. También un puente hacia sí mismo. O, por lo menos, al Fernández que fue durante los diez años en que censuró a Cristina Kirchner con las recriminaciones canónicas de quienes rivalizaban con ella.
Este llamado al pluralismo expresa una intención. Pero también obedece a un incentivo. Fernández debe apostar al consenso, y no al conflicto, como usina de poder. Si consigue ser visto como lo presentó la locutora, ?el presidente de la unidad de los argentinos?, se impondrá sobre quien, hasta ahora, fue su jefa. No enfrentándola. Superándola. Es decir, disimulándola en un entramado más extenso. Así como el neo- gradualismo de Fernández apuesta a disolver los desequilibrios económicos mediante el crecimiento del producto, necesita convertirse en una referencia nacional para que Cristina Kirchner quede reducida a su condición de parte. Esta opción por el gradualismo político quedó cifrada en un episodio, al parecer, intrascendente. Él pudo saludar a Mauricio Macri. Su vice, no. Y, si lo hubiera hecho, habría pagado el precio del cinismo. Convertir a la señora de Kirchner en cabecilla de una facción es acaso la única forma que tiene Fernández de relativizar su autoridad. Nada que ella pueda reprochar: lo puso, con su dedo, para eso.

Nota

La grieta, prioridad del Presidente

Por: Joaquín Morales Sola

Puede destacarse que el flamante presidente, Alberto Fernández, anunció que pagará la deuda pública, aunque luego de renegociarla, porque directamente, dijo, ahora es impagable. Puede subrayarse que adelantó una profunda reforma en los tribunales federales (seguramente con centro en Comodoro Py) y una intervención de los servicios de inteligencia para sacarles sus viejas mañas. Son anticipos importantes para la etapa inaugural. Sin embargo, lo más importante es otra cosa.
En ningún tema puso tanto énfasis como en la necesidad de terminar con la grieta que divide a los argentinos entre kirchneristas y antikirchneristas, entre macristas y antimacristas, entre peronistas y antiperonistas. Es el presidente que más valor le dio en sus discursos públicos a la necesidad de concluir de una buena vez con la política binaria. Esa división profunda que rompió amistades, hizo imposible en muchos casos la convivencia de familiares y encogió en la vida política el espacio de ?nosotros? y ?ellos?.
Empezó con un implícito homenaje a Raúl Alfonsín y su gobierno de respeto a la pluralidad y terminó también evocando al ex presidente radical, considerado post mortem el padre de la nueva democracia argentina. El Presidente prefiere usar la palabra ?respeto? antes que ?tolerancia?, porque es mejor, puntualiza, respetar que tolerar. Es consciente, al mismo tiempo, de que la cultura social se construye desde la cultura que emana del poder. ?Debemos superar el muro del odio y el rencor?, dijo. Los abrazos con Mauricio Macri de ayer, la cordial cohabitación con el presidente saliente en la misa del domingo, el hecho de ayudar él mismo a llevar la silla de Gabriela Michetti, los abrazos con algunos legisladores de su oposición o los claros gestos con las manos para que sus seguidores no hostigaran a Macri en el recinto legislativo muestran que está dispuesto a implantar una cultural en la que la discusión política exista, pero sin confrontaciones, desprecios ni resentimientos. ?Basta de persecuciones porque se piensa distinto?, clamó en un momento de su discurso ante la Asamblea Legislativa.

Oportuna exhortación, porque muchos creían que había empezado la temporada de caza de críticos no peronistas. Situó el fin de la grieta como uno de los tres objetivos principales de su gobierno (el primero que nombró), junto con el fin de la pobreza y la estabilidad económica. No es un objetivo menor para un país que ha vivido casi diez años corroído por los estragos de la fragmentación política y social. Ningún plan de gobierno y ningún proyecto nacional o social pueden triunfar sobre una sociedad tan dividida por ideas, que son legítimas en unos y otros. Sucede que unos no consideran legítimas las ideas de los otros.
Debieron pasar 20 años, desde la entrega del poder de Carlos Menem a Fernando de la Rúa, para que el país viva una transición normal, aunque esta vez tiene más mérito. 

Nota

La batalla central: salvar a Cristina

Por:  Eduardo van der Kooy

Alberto Fernández asumió como presidente con un discurso que hubiera resultado improbable o imposible escuchar en boca de Cristina Fernández, la vicepresidenta.
Líder, todavía, del espacio más importante de la heterogénea coalición que desde ayer comenzó a gobernar la Argentina. El aserto tiene relación con un gran tramo ?no todo- de la forma y el fondo del mensaje. Ocupó 61 minutos, distante de las peroratas habituales de la ex presidenta. Colocó el centro de gravedad en la necesidad de recuperar una armonía que la sociedad perdió hace décadas. Y profundizó durante el ciclo kirchnerista. Hubo otras referencias que, con certeza, a Cristina le habrían caído mejor.
Alberto empezó ayer, con aquel primer paso, a diseñar su propio sistema (imagen, autoridad y poder) que le llevará tiempo. Fue notable, por caso, el contraste entre su imagen y la de Cristina. Aunque su temperamento, con recurrencia, lo lleve a perder la cadena.
Esa imagen no estuvo sólo apegada al mensaje.
El presidente, sobre todo desde que ganó en octubre, bajó notablemente la hostilidad con Mauricio Macri. Privilegió la salud de la transición.
Lo mismo hizo el ahora ex presidente.
La misa del domingo en Luján, auspiciada por la Iglesia, pudo haber ayudado a la consolidación del interés general por encima de las enemistades personales. A esa ceremonia Cristina no asistió.
El Presidente tuvo en el Congreso toda la iniciativa. Fue, por lógica, el protagonista excluyente.
El papel de reparto a la vicepresidenta, tal vez, no le sentó bien. Porque existe allí un desacople objetivo. Ella ungió a Alberto candidato. Le arrimó la mayor porción de votos.
Debió conformarse con espiar sin disimulo el texto que el nuevo presidente leyó.
Escrito por él mismo, sólo con informes de algunos de sus ahora principales ministros.
La escena general contó con otros sellos distintivos. Se llenó de contrastes. Alberto saludó con cordialidad a los diputados del oficialismo y la oposición que hicieron un breve pasillo de recepción a los Fernández en la entrada del Congreso. Cristina hizo una inocultable distinción entre propios y ajenos. Alberto tuvo un cordial y llamativo abrazo de despedida con Macri. Cuidó además que no surgiera algún gesto o grito desubicado desde los palcos o las bancas. Cristina saludó con descortesía al presidente saliente.

El lunes, se había encargado de poner un broche a su habitual relato. Mediante un tuit aseguró que en 2015 no pudo ceder los atributos a su sucesor por impedimento del Poder Judicial. Basta revisar pocas líneas de su libro de campaña, ?Sinceramente?, para comprobar su enredo.
En el texto explicó, con lujo de detalle, que se había negado al traspaso porque lo consideraba una rendición.

Nota

Cambio de mando: sale un terco, entra un alquimista

Por: Luis Majul

En la Argentina, donde las leyes no se cumplen y las instituciones y la autoridad están todo el tiempo en cuestión, el temperamento del presidente de turno termina siendo determinante. Mauricio Macri, el presidente que se fue, en el ejercicio de la presidencia, y es, todavía, y en esencia, una persona terca.
Solo aceptó sugerencias o consejos de sus funcionarios o sus asesores que iban contra lo que él pensaba cuando sintió el mundo temblar bajo sus pies. Y aun así, cuando se avino a cambiar una decisión, lo hizo a medias. Además la presentó, siempre, como una concesión a la presión del mundo exterior.
De hecho, el argumento preferido para aceptar una derrota ?política? parcial e incluso el palazo de la derrota electoral, fue que en el fondo, nunca, como jefe de Estado, manejó el poder real. Que siempre estuvo en minoría. En la Cámara de Diputados y la de Senadores. Y al mando de una coalición que nunca le terminó de responder.
Su terquedad, en el fondo, fue la contracara de algo que nunca acabó de hacer correctamente: ejercer el poder a fondo, en plenitud, sin prejuicios, como lo suelen hacer, en general, los dirigentes peronistas. Así, tuvo que soportar, desde el primer día, la denominada ?micromiltancia? kirchnerista que desconoció su autoridad al compás del cantito ?Macri/ basura/ vos sos la dictadura?.
El Presidente que acaba de entregar el mando creyó que eran inofensivos. No se le ocurrió que, para prevalecer, debía construir poder. Masa crítica. En las universidades y en la administración pública. En la cultura y en los medios de comunicación. Pensó que lo lograría en 2017, cuando la economía empezaba a mostrar signos de crecimiento y una buena parte de la sociedad se estaba convenciendo de que, aunque las tarifas de luz estaban carísimas, era el precio que había que pagar por la irresponsabilidad de haberlas congelado durante una década.
Muchos le dijeron que debía morigerar los aumentos. Pero él entonces no lo creyó necesario. Ahora mismo Macri debe estar revisando sus dogmas, sus convicciones más profundas y su temperamento. Dicen los que estén cerca de él que el baño de multitudes de las últimas plazas del sí lo pudieron haber cambiado para mejor. Los analistas más fríos afirman, en cambio, que más que un cambio real, lo que lo mueve es el temor de que el operativo demolición que prepara el nuevo gobierno contra él lo termine haciendo desfilar una y otra vez por los pasillos de Comodoro Py, tal como le sucede ahora a Cristina Fernández.
En todo caso, lo que parece difícil de entender, es que Macri, como presidente, se haya sentido una persona sin el poder suficiente, y ahora, que deja los atributos, y que su teléfono recibe menos mensajes, se perciba con más influencia y relevancia que la que parece tener de verdad.

Nota

Confirmado: organismo clave para la CGT

Por:  Mariano Martín

El equipo de Alberto Fernández confirmó anoche el primer nombramiento oficial a favor de la CGT: se trata de la Jefatura de la Superintendencia de Salud, que quedará a cargo del cirujano cardiovascular David Aruachan, quien había sido propuesto para ese lugar por la central obrera. El organismo es clave para sindicalismo tradicional por estar encargado del control y la distribución de recursos para de las obras sociales.
La definición del cargo, que había anticipado este diario, mantenía en vilo a la cúpula de la CGT, que de este modo recupera el manejo de la entidad luego de que en el último año y medio Mauricio Macri se lo quitara tras una marcha convocada por la central obrera en su contra.
Aruachan, quien hasta ayer presidía el grupo de Unión Personal-Accord Salud (del gremio de estatales UPCN), fue anoticiado ayer mismo del nombramiento por el ministro de Salud Ginés González García.
La Superintendencia tiene un presupuesto anual de alrededor de $11.000 millones, pero también ?y sobre todo- incumbencia directa sobre otros $32.000 millones acumulados en los últimos años desde los gobiernos kirchneristas y por el macrismo, y que a pesar de varios compromisos oficiales nunca fueron saldados.
El nombre de Aruachan le fue propuesto a Alberto Fernández directamente por Héctor Daer, cotitular de la CGT, a partir del consenso alcanzado en ese sentido por la mesa chica de la organización y también por parte de las máximas autoridades de las obras sociales sindicales.
La designación confirma el primer cargo en el gabinete a favor de la CGT tras las especulaciones (que todavía subsisten) en torno de las segundas líneas de los ministerios de trabajo y de transporte.

Nota

Cambio de mando: sale un terco, entra un alquimista

Por: Carlos Burgueño

Alberto Fernández comenzará su gestión económica con las dos misiones con las que se juzgará su período. Deberá evitar un default completo de la deuda argentina y lograr mejorar la pobreza, inflación y la inestabilidad cambiaria.
Luego de los primeros pasos democráticos e institucionales de ayer, Alberto Fernández comenzará hoy su gestión económica con las dos misiones con las que se juzgará su gestión: evitar un default completo de la deuda argentina y lograr mejorar las tres críticas variables macroeconómicas que heredó en crisis de parte de Mauricio Macri: pobreza, inflación y la inestabilidad cambiaria. Sólo dominando las dos misiones, el flamante Presidente podrá lograr lo que, en el fondo, se le demanda: que la Argentina vuelva a crecer después de 10 años de estancamiento crónico. Alberto Fernández recibirá una economía estancada desde 2010, con altibajos de períodos anuales de crecimientos y caídas, y tres recesiones vividas en nueve años. Esto incluye tanto el último período presidencial de Cristina Fernández de Kirchner y los cuatro años de Mauricio Macri.
El país que recibirá suma, además, dos años consecutivos de baja de la actividad, acumulando una demolición de más de 5% entre 2018 y 2019. Como además será inevitable que también 2020 sea un año negativo (se estima que el PBI caerá entre 1% y 1,5%, solo por la herencia recibida de 2019), la apuesta de Alberto Fernández deberá concentrarse en lograr torcer la tendencia desde el segundo semestre de 2020, y comenzar a mostrar números anuales positivos en 2021. Para poder lograr terminar su gestión con un país recuperado de los 10 años de estancamiento que heredará, durante los últimos tres años de su período presidencial, tendrá que mostrar un alza en la economía real de no menos del 6%. Será difícil. Muy difícil. Pero no es una utopía. 

Nota

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