Agenda del día

26/01/2020

Agenda de la Mañana

Agenda de los diarios

Martín Guzmán viaja a Estados Unidos a intentar resolver el problema de la deuda

 

Clarín: 

Guzmán viaja a EE.UU. en busca de apoyo para la negociación por la deuda. El ministro de Economía va hoy a Nueva York mientras crece la incertidumbre por el temor a un default de la provincia de Buenos Aires. En la agenda de Guzmán hay un desayuno con inversores y acreedores, un encuentro con técnicos del Fondo Monetario Internacional y otro con funcionarios de Trump. El Gobierno espera un trámite rápido desde el martes en el Congreso para que el 5 de febrero se apruebe la ley de reestructuración de la deuda.

La Nación: 

Guzmán va al FMI en medio de las dudas por el bono de la provincia. El ministro de Economía, Martín Guzmán, aterrizará mañana en Nueva York para iniciar una misión muy sensible: encarrilar la negociación por la deuda soberana, en medio de un clima de incertidumbre generado por la amenaza de default de la provincia de Buenos Aires. En Estados Unidos interpretaron la postura dura del gobernador Axel Kicillof como un claro giro de la Argentina hacia una estrategia más agresiva -y también más riesgosa- con los bonistas en la negociación para reestructurar la deuda externa.

Perfil: 

Buscan acuerdo corto con FMI: El Gobierno quiere refinanciar pagos pero sin reformas. La conducción económica rechaza un arreglo a 10 años, como propone el organismo. El objetivo es una reprogramación de la deuda. Guzmán tendrá su primer test con acreedores en Nueva York.

Otros temas

La jefa del ajuste a los espías.

Tras un mes como interventora de la AFI, Cristina Caamaño planea dividir estructuras para limitar el poder y reducir gastos. El ataque a las multimillonarias cajas negras. (Perfil)

Agenda Económica

Los gremios grandes objetan las sumas fijas.

Entre el rechazo directo y la admisión por única vez, como excepción, los gremios de mayor alcance expresan su desacuerdo con las sumas fijas de $3000 para este mes y $1000 para febrero que dispuso el Gobierno, a cuenta de las paritarias, que empezarán a discutirse en las próximas semanas. ?En situación de emergencia, está bien, pero no se puede usar siempre?, es la posición de algunos sindicatos mayoritarios, que aconsejan al Gobierno que no mantenga el mecanismo en los próximos meses. (La Nación)

La Entrevista

Lula Da Silva, Ex presidente de Brasil.

?Ser candidato nunca depende de uno?

(Página 12)

La Entrevista II

Carlos Heller, Presidente del Banco Credicoop.

?El default solo les conviene a los buitres?

(Perfil)

La Nota

"Hasta hoy existe el terror".

En 1976, Efren Venturini fue secuestrado en la planta de Vicentin, donde trabajaba. En total fueron 22 detenidos. ?El jefe de Personal nos marcó a varios?, contó a PáginaI12. Su relato vuelve a poner de relieve la complicidad con el terrorismo de Estado de las grandes empresas, en este caso, de la que fue beneficiada por el Banco Nación durante el macrismo y ahora dice que no puede pagar su deuda (Página 12)

Deportes

River: Victoria en Mendoza y único puntero.

Los de Gallardo volvieron a mostrar momentos de buen fútbol y le hicieron precio al equipo mendocino. Aprovechando los traspiés de los que pelean arriba, ahora lideran en soledad. Matías Suárez marcó el único tanto del partido (Clarín - La Nación - Crónica - Popular)

Internacionales

La gestión del brote en China, bajo la lupa.

Con el recuerdo de crisis mal resueltas, como la epidemia del SARS, que costó cientos de vidas hace 17 años, el gobierno de Xi Jinping cambió de estrategia y sacó a la luz desde el comienzo el brote del coronavirus, así como las medidas que lanzó para enfrentarlo. (La Nación)

Columnas

Joaquín Morales Solá
Otra vez una crisis de la deuda argentina

La deuda argentina no es alta, pero las tasas que está pagando son desmesuradas en un mundo casi sin tasas de interés para depósitos y créditos. La encrucijada del país es que no puede pagar los próximos vencimientos de acreedores privados, porque son varios e inminentes. Y el otro problema que tiene es su mala reputación. Cada tanto, provoca el escándalo de un default o se acerca demasiado a ese abismo.
Esta última es la situación actual. Es cierto también que carece de recursos porque su economía está en estanflación (estancamiento con inflación; es decir, el peor de los mundos posibles) desde 2011. Con otras palabras: la economía no creció o estuvo en recesión, con inflación alta, los cuatro años últimos de Cristina Kirchner y los cuatro de Mauricio Macri. La inestabilidad espoleó a los argentinos (que pueden, obviamente) a hacerse de dólares y sacarlos del sistema financiero argentino. El país se quedó, así, con menos dólares para pagar sus deudas. El dólar es una moneda que la Argentina no emite. O los obtiene del comercio exterior o los consigue endeudándose. Los dólares que los argentinos llevan al colchón (o a cuentas en el exterior) provienen, entonces, de las exportaciones genuinas o de los créditos que el país recibe. El ahorro en dólares es perfectamente explicable después de casi 20 años de inflación alta, de corralitos y corralones, de cepos blandos y duros.
La deuda argentina en dólares apenas supera el 50 por ciento del PBI. Algunos economistas la agigantan hasta más del 90 por ciento porque incluyen la deuda en pesos y la deuda intragobierno, la que la administración federal tiene con el Banco Central, con la Anses o con el Banco Nación. Algunas de estas deudas -todo hay que decirlo- no se pagarán nunca y otras son fácilmente renegociables. El principal conflicto del país es que está pagando bonos en dólares a acreedores privados con tasas de interés de entre el 7 y el 8 por ciento. La provincia de Buenos Aires está discutiendo un bono que paga más del 10 por ciento anual. El promedio del porcentaje de los intereses de las deudas en dólares baja cuando se incorpora a los organismos multilaterales. Pero el país nunca dejó de pagarles a estos, ni aun cuando estuvo en default. El Banco Central Europeo fijó tasas de 0 por ciento para los créditos y tasas negativas para los depósitos (significa que la gente debe pagarle al banco para que tenga su dinero). El bono serio más rentable del mundo es del Tesoro de los Estados Unidos, que paga solo un 1 por ciento anual. Es ese escenario de las finanzas internacionales lo que le permite al gobierno de Alberto Fernández imaginar una renegociación de la deuda con una quita en las tasas de interés, que podría rondar el 50 por ciento.
La posición de Joseph Stiglitz, que anunció una quita importante en el capital y las tasas de la deuda argentina, no fue admitida como propia por el Gobierno. "Nunca se sabe cuándo un académico está llevando la teoría a la práctica en su laboratorio", dijeron altas fuentes oficiales. Stiglitz es Stiglitz, dijeron sin decirlo. La administración sí buscará un tiempo de gracia (no pagar nada), pero respetando la integridad del capital, mientras la economía sale de la recesión de los últimos dos años. El mismo Gobierno desmintió que el forcejeo de Axel Kicillof con los acreedores por un bono de 250 millones de dólares que vence hoy se trate de una estrategia de advertencia a los bonistas privados. "La situación es crítica y queremos una solución acordada cuanto antes", señalaron altos funcionarios de Alberto Fernández. Kicillof pidió una postergación del pago hasta el 1º de mayo, pero no les aclaró a los acreedores cómo seguirá la historia después de mayo. Extendió desesperadamente el plazo del acuerdo por diez días porque no consiguió todavía la aceptación del 75 por ciento de los acreedores, condición necesaria para que el impago no sea considerado un default liso y llano. 

Jorge Fontevecchia
Sin síntesis no hay paraíso

La condena a repetir como Sísifo, en nuestro caso devaluación e inflación, es el castigo a la falta de amalgama en un proyecto común, entre dos modelos de país que luchan por una hegemonía siempre lábil y, creyendo tener razón, se anulan mutuamente.
Una de las varias divisorias de aguas entre estos dos proyectos ubica a Estados Unidos como actor principal ordenando a unos y otros como pro o antinorteamericanos.
Y a estos últimos, siguiendo la sentencia de Nicolás Maquiavelo sobre que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, los predispone a simpatizar con China, la gran adversaria de Estados Unidos.
El prejuicio ideológico de uno y otro lado de la grieta impide reparar en que en el siglo XXI la economía y la industria argentina sufren menos los embates del imperialismo comercial norteamericano tratando de adueñarse de nuestro mercado interno, obligándonos a consumir sus productos, como hizo en el siglo XX, o hacia su precursor, Inglaterra, en el siglo XIX, y sufren mucho más por la competencia del imperialismo comercial chino que, abusando de la posición dominante que le produce su escala, destruye la industria y el empleo argentinos invadiendo con sus productos.
Las cegueras paradigmáticas de uno y otro lado les impiden ver que China y Estados Unidos hacen el mismo tipo de abuso de su grandeza y poderío ?uno con el soft power y el otro con el hard power? y lo más importante de todo, y a la vez más difícil de percibir, es que en el fondo el sistema político de ambos tampoco es tan diferente como parece. En China hay directamente un sistema de partido único, el Partido Comunista, mientras que Estados Unidos lleva dos siglos de bipartidismo pero, profundizando en su organización, vemos que tanto el Partido Republicano como el Demócrata están controlados por una superestructura tácita de poderes permanentes no electorales, que impide el surgimiento de quienes puedan ser antisistema o controla el marco dentro del cual se pueden mover los presidentes, para que ninguno pueda hacer lo no permitido.
En la más primitiva China ese control superestructural es explícito y se ejerce desde el Partido Comunista. En el más sofisticado Estados Unidos, es tácito e institucionalmente no evidente.
Si las dos principales potencias del planeta, aunque cada una a su modo, tienen un sistema que sintetiza un conjunto único de ideas (políticas de Estado) fusionadas alrededor de una superestructura, ¿cómo podemos seguir pensando en la Argentina que la grieta y las continuas peleas entre peronismo y antiperonismo sean un lujo que nos podemos dar y habrá un destino de grandeza sin necesidad de producir una síntesis entre las visiones y necesidades de ambos sectores? En el Consejo de Asesores de la Presidencia, Alberto Fernández nombró al antropólogo Alejandro Grimson con la tarea de superar la polarización.
En parte el aún no creado Consejo Económico y Social, que podría presidir Roberto Lavagna, cumpliría esa tarea en el campo de lo material, pero hará falta un esfuerzo equivalente en lo cultural dado que la economía no es solo resultado de interacciones materiales cuantificables.
El valor solidaridad que se desprende del concepto patria grande frente al de mérito individual, que impulsó a los inmigrantes europeos de la primera mitad del siglo a venir a vivir a la Argentina, precisa una síntesis. Son dos aspiracionales diferentes.
La evolución demográfica lo refleja claramente, mientras Argentina casi duplicó los 28 millones de habitantes que tenía en 1980, Chile aumentó solo el 50% y Uruguay tiene más o menos los mismos 3 millones de habitantes que tenía hace cuarenta años. Uruguay exportó habitantes, Chile los mantuvo y Argentina importó población en mayor proporción de Paraguay y Bolivia.

Alfredo Zaiat
El ?riesgo moral? de la deuda macrista

Bancos y fondos de inversión internacionales prestaron miles de millones de dólares al gobierno nacional y a una decena de provincias en apenas dos años. Lo hicieron, desde abril de 2016 (16,5 mil millones para pagar a fondos buitre) a enero de 2018 (9 mil millones, la última emisión en Wall Street), cobrando una tasa del 7 al 10 por ciento anual, cuando el promedio era la mitad en otros países de la región y del 2 por ciento anual en los desarrollados.
Fue tan irresponsable el acreedor, entregando dólares esperando cobrar una renta enorme, como el deudor, recibiendo esos billetes comprometiéndose a pagar una tasa elevadísima con una economía con crecimiento cero o en recesión. ¿A quiénes se les debería aplicar el moral hazard (riesgo moral) del más descabellado ciclo de endeudamiento externo argentino, por magnitud e intensidad en el breve lapso de dos años? El default virtual de la deuda que dejó el macrismo exige un debate más amplio que reflexionar acerca de cómo administrar la pesada herencia, otra más de un proyecto neoliberal que debe reparar un gobierno de signo opuesto. Las cifras son contundentes del desastre realizado en la administración de las finanzas públicas.
Hubo un aumento desproporcionado de la deuda en términos absolutos y relativos. Los dólares ingresados no fueron destinados a financiar el desarrollo económico, impulsar inversiones productivas o proyectos de infraestructura.
Sólo sirvieron para facilitar la fuga de capitales y la especulación financiera. También para tratar de controlar, sin éxito, el mercado cambiario y para pagar vencimientos de deuda.
El debate debería incluir si existe una sanción social a la impunidad y desvergüenza de quienes lideraron ese endeudamiento, como la del ex ministro Nicolás Dujovne que estando al frente de Hacienda no se inhibía de informar que gran parte de su patrimonio lo tenía depositado en el exterior y ahora veranea, según reveló el bisemanario Perfil, en los Alpes franceses.
El debate tiene que extenderse hacia quienes deben asumir ahora el mayor costo de semejante incendio financiero.
Valorización financiera Existen responsabilidades políticas indudables del endeudamiento macrista. Hubo un ingreso masivo de capitales externos vía deuda y fondos especulativos incentivados a aprovechar negocios por una política económica (monetaria y cambiaria) de apertura y desregulación absoluta.
Esos dólares alimentaron el esquema de valorización financiera, basado en elevadísimas tasas de interés locales, hasta que se agotó, para precipitar una veloz fuga de capitales, dejando de ese modo tierra arrasada.
No ingresaron esos dólares para financiar una política de inversiones, industrialización y desarrollo de las fuerzas productivas nacionales. El saldo fue el previsible, teniendo en cuenta la experiencia anterior inaugurada en 1976, luego desplegada en los ?90 y con la explosión final en el 2001: fulminante crisis del sector externo por la imposibilidad de pagar la deuda debido, en gran medida, a la impresionante fuga de capitales. La valorización financiera pone de relieve la centralidad de la especulación sobre la inversión productiva. Es un proceso básico de ese modo de acumulación de capital que termina en fuga por su propia naturaleza, porque lo que domina es lo financiero y no lo productivo.

Eduardo Van der Kooy
El país que deambula

Toda nación cuyo edificio asoma bien construido ofrece dos planos.
La cercanía y la perspectiva. La inmediatez y el futuro. La necesidad de atender la coyuntura.
También la conveniencia de marcar un trazo en el horizonte. La ingeniería, en ese sentido, no parece haber ofrecido su mejor versión a la Argentina. Aquí siempre prevalece lo urgente. El esfuerzo enfocado a sofocar el fuego. Sin regalarse, por lo menos desde mediados del siglo pasado, un tiempo para algún quehacer esperanzador.
Alberto Fernández ha puesto en marcha los motores de una frenética actividad exterior.
Cuyo objetivo medular apunta a la renegociación de la deuda. Estuvo la semana pasada en Israel. Le espera el papa Francisco en el Vaticano. Además, visitas a Francia, España e Italia. Se trata de una agenda que, bien observada, guarda pocos puntos de contacto con la herencia que Cristina Fernández le dejó a Mauricio Macri. En ese momento Buenos Aires integraba un eje imaginario sólo junto a Caracas, La Habana y Teherán. Israel no existía en el radar por esos motivos y otros más infaustos: la voladura de la AMIA con 85 muertos, la firma del Memorándum de Entendimiento con Irán, la tragedia del fiscal Alberto Nisman.
De allí, que dos detalles no hayan pasado inadvertidos. Desde el cristinismo espolearon el rumor de que la vicepresidenta jugó un papel determinante para convencer a Alberto sobre la utilidad de la excursión a Jerusalén. El Presidente estuvo siempre seguro de lo que hacía. Lo planificó con el canciller Felipe Solá. Aquel propósito cristinista exhibió un segundo acto.
La ex presidenta se hizo filmar en el Instituto Patria firmando el libro que la posesionó como titular del Poder Ejecutivo hasta ayer. Un gesto sin antecedentes en 32 años de democracia. Una sobreactuación.
¿Un desafío? Alberto debe encarar la renegociación de la deuda para saber cómo continuar. Por ahora ha sabido construir una ficción que la sociedad recibe con alivio. Ancló el tipo de dólar, trabó la puerta giratoria ?su metáfora preferida-- que no permite salir ni entrar divisas. Congeló todo. Se trata de la exhibición de una ineludible precariedad.
El Presidente no desea meter a la Argentina en su quinto default (o séptimo, según sea el rigor con que se analice la historia económica) aunque tal deseo se opaque con la tensión que Axel Kicillof desparrama en Buenos Aires por US$ 250 millones que busca renegociar. El Gobierno asoma en un punto de partida en el cual estuvieron otros antecesores. Sólo durante este siglo figuran los casos del 2001 y del 2014. Hubo una parte de la deuda de la gran crisis que no se pagó por años. En 2014 Cristina realizó dos canjes pero nunca acordó con los fondos buitres que tenían títulos en de fault desde el 2001. Con ellos armó una formidable campaña política. El país normalizó la situación del 100% de su deuda recién en 2016, con el gobierno de Macri. El mismo que a partir del 2017 generó el enorme endeudamiento actual.
Ese cuadro describe una triste realidad. El mal abordaje del frente externo impidió a la Argentina pensar en un salto de calidad. En algún cambio estratégico. Con seguridad, la ocasión más auspiciosa estuvo en manos de Néstor Kirchner. Por la ayuda del contexto internacional y la fabulosa capitalización del Estado a través del precio de los commodities.
Las desmedidas ambiciones políticopersonales y su fallecimiento repentino terminaron echando todo por la borda.

Corrientes
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