La Floralis Genérica cumple 20 años y los pétalos siguen sin moverse
La escultura representa a una flor. Fue creada y donada a la Ciudad por el arquitecto Eduardo Catalano. La Comuna 2 busca volverla a poner en marcha.
Cumple 20 años el ícono moderno de Buenos Aires: la Floralis Genérica.
Ubicada en la Plaza de las Naciones Unidas, es la flor que representa a todas las flores y fue creada y donada a la Ciudad por el arquitecto argentino Eduardo Catalano (1917-2010). No importa cómo refleje el sol sobre su superficie metálica o si está nublado, siempre brilla. Y es una postal insoslayable para los turistas y un orgullo porteño.
Esta flor gigante de acero y aluminio pesa 18 toneladas y mide 24 metros de alto. Tiene seis pétalos que deberían abrirse a las 8 de la mañana y cerrarse todas las tardes, con la caída del sol.
El sistema mecánico de la flor había sido programado por el propio Catalano, quien había previsto que funcionara igual día tras día, hasta 2020.
Pero el arquitecto no contaba con los vientos cada vez más fuertes de la Ciudad o con la posibilidad de que el mecanismo de la flor fuera vandalizado.
Incluso, su sala de máquinas estuvo intrusada.
Entre 2009 y 2015, la flor estuvo inmóvil hasta que la restauraron. Pero volvió a romperse y este aniversario la encuentra nuevamente paralizada.
La falta de movimiento también impide que se puedan apreciar a pleno los cuatro pistilos que se iluminan todas las noches.
La flor fue construida en Córdoba, entre enero de 2001 y febrero de 2002; en lo que era la sede local de la Lockheed Martin Aircraft, una de las mayores multinacionales dedicadas a la fabricación de aviones y sistemas de defensa. En rigor, por aquellos años, la empresa estadounidense tenía en concesión lo que hoy es FAdeA (Fabrica Argentina de Aviones Brigadier San Martín SA), que regresó a manos del Estado en 2009.
Esto explica por qué los pétalos lucen como el revestimiento del ala de un avión: "Fue una construcción muy compleja, de doble curvatura, rígida, de dos caras y costillas entremedio", describió Catalano en el libro "Arquitectos argentinos for export", de Luis Grossman y Daniel Casoy.
Veinte años atrás -post diciembre de 2001- cualquier evento que tuviera como invitada a alguna autoridad o figura política podía derivar en protestas, piquetes y cacerolazos. Alerta frente a esta situación, Catalano fue muy celoso con el traslado, el montaje y el evento de inauguración de la flor que iba a llegar a Buenos Aires En el libro, el arquitecto contó que eligió a los músicos (del Teatro Colón, e incluso a un solista violinista que vino de Alemania), diseñó el programa de actividades, tradujo al italiano poesías de Antonio Vivaldi y asistió a los ensayos musicales: "Todo arquitecto debe realizar una labor completa", sentenció.
El arquitecto -profesor en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT)- nunca reveló cuánto pagó por la fabricación y el montaje de esta mega obra de arte.
Sin embargo, trascendió que el costo habría sido de entre 4 y 6,5 millones de dólares. "Vengo de la cultura estadounidense, que tiene sus defectos y virtudes. Entre las últimas está la filantropía", le dijo a Clarín Catalano en una nota que se publicó el mismo día de la inauguración de la flor.
¿Por qué la flor no funciona? Fuentes de la Comuna 2 (Recoleta) aseguraron a este medio que están "trabajando en la puesta en marcha del mecanismo. Ya se reparó el tablero eléctrico, que había sido vandalizado, y se engrasaron los pistones. Estamos tratando de conseguir los repuestos de artefactos muy específicos para su funcionamiento, que son de origen extranjero. Recién después podríamos realizar la prueba de puesta en marcha y obtener el diagnóstico final sobre su funcionamiento".
La Comuna tiene a cargo el mantenimiento de la Floralis Genérica y la fuente que la rodea. "Se realiza un mantenimiento del agua, su mecanismo de filtros, vaciado y llenado, y también de las especies arbóreas que circunvalan la fuente".
Fuente: Clarín