La misa de San Cayetano volvió tras el Covid y en medio de la crisis
Se celebró ayer el día del santo, después de 2 años sin actos por la pandemia. Muchos padres pidieron trabajo para sus hijos y agradecieron por su salud.
El 7 de agosto se celebra el día del "Santo del Pan y del Trabajo". Tras dos años de pandemia, el Santuario de San Cayetano, en Liniers, volvió a convocar a los fieles. En medio de un clima socioeconómico angustiante y de una fría mañana dominical, los feligreses formaron fila para acercar sus pedidos y agradecer.
La hilera de los devotos se extendió a lo largo de la calle Cuzco hasta la autopista Perito Moreno y luego por una cuadra por Barragán.
A diferencia de otros años, la fila no alcanzó ni sobrepasó la cancha de Vélez. Algunos dijeron que fue porque la gente no tiene dinero para trasladarse ni para comer, otros lo adjudicaron a la pérdida de fe y estaban los que pensaban que era por el día. "No es lo mismo un domingo que cualquier fecha de la semana", se escuchaba.
"Nunca dejamos de venir. Lo hacemos desde hace 10 años ininterrumpidos. Esta vez los chicos no pudieron sumarse. Hoy, agradezco la salud de mi mamá que fue operada del corazón". señala Isabel (61). Y bromea: "Parece que trajimos este banco de paseo porque no hay tanta gente como para sentarse a esperar".
Romina (56) y Jorge (57) viajaron temprano desde Ramos Mejía para agradecer por la salud de la familia. "A pesar de todos los males, tenemos trabajo y hay que agradecer porque nunca nos faltó un plato de comida", le comentan a Clarín.
Pero, también desembarcaron con un pedido especial. "Necesitamos que nuestro hijo Jonathan (31) consiga un trabajo estable. Hace 12 años que trabaja en un shopping, incluyendo los fines de semana, por $ 60.000 mensuales y nunca puede disfrutar de su hija de 5 años", dice Romina.
"Su mujer hace changas y juntos no llegan a cubrir la canasta básica, apenas rasguñan los $ 100.000. Tienen el secundario completo y hace tiempo que envía currículums a todos lados, pero nada sucede", se lamenta la mamá de Jonathan, que es empleada doméstica.
Jorge es docente y confiesa que ayudan a su hijo con lo que tienen a su alcance, con algún billete y mercadería para que pueda llegar a fin de mes. Su mayor preocupación es qué pasará con el terreno en San Vicente que pudieron regalarle para que finalmente pudiera tener una casa propia y dejara de gastar en alquiler. "30 días antes de dárselo para que se mude, lo usurparon", denuncia.
San Cayetano, fundador de la Orden de Clérigos Regulares Teatinos, fue proclamado santo en 1671 por el papa Clemente X. Con el lema "Gracias San Cayetano por acompañarnos, ayúdanos a cuidarnos como hermanos", se abrieron las puertas de hierro del templo para inaugurar la festividad católica que se realiza en simultáneo en varias parroquias de todo el país.
Mientras aguardaban el comienzo de la misa central, presidida por el cardenal Mario Aurelio Poli, Sandra Bilbao (61) y Rubén (62) encuentran asiento en un banquito para prepararse unos mates. Partieron de su casa en Chascomús a las 6 y recorrieron más de 100 kilómetros en una combi, junto a 38 personas.
"Esta es la quinta vez que vengo. Mi esposo me acompaña por primera vez. Entre otras intenciones, venimos a pedirle por nuestra nieta mayor (25) que está en pareja hace poco. Trabajaba en Buenos Aires donde alquilaba junto a cinco personas por los elevados costos. Pero con la pandemia se quedó sin nada y tuvo que regresar a Chascomús. Ahora, trabaja cuidando a una nena", confiesa Sandra.
"Después de la pandemia, que nos trajo tantas dificultades, es importante venir a agradecer que uno está otra vez de pie. Mi mujer atravesó dos operaciones de hígado y tuvieron que sacarle la vesícula. Yo trabajo hace más de 10 años en Conarco. Hay que agradecer de todo corazón que tenemos trabajo y salud para ver la luz del sol cada día", asume Rubén, en diálogo con Clarín.
Sin dudas, un hecho que los marcó para siempre fue la muerte de uno de sus cuatro hijos, Franco. En el 2007, cuando tenía tan solo 14 años, cruzaba la calle caminando cuando fue atropellado por tres adolescentes que iban en moto y cruzaron en rojo.
"Era muy devoto de la Virgen del Luján y en aquel momento se estaba preparando para hacer una bicicleteada hasta esa ciudad. Siempre lo recordamos cuando venimos a la parroquia de Liniers y le rezamos a San Cayetano. Franco era un chico cariñoso, divertido y siempre te regalaba una sonrisa. Nos emociona y transmite paz rezar por él. Para salir adelante, lo principal es no perder la fe y estar unidos como familia", aseguran.
En cada cuadra está presente un cura de la iglesia para bendecir a los feligreses, también hay confesiones.
Fuente: Clarín