Agenda porteña

23/08/2021

Los cafeteros, una tradición porteña que busca su reivindicación por ley

El Código de Habilitaciones prohíbe su actividad, pero ellos se organizaron y ahora la Legislatura evalúa un proyecto para legalizarlos.

"¡Hay café, café!". Este grito está grabado en la memoria emotiva de los porteños. 
Sin embargo, la venta ambulante de café o té está prohibida en la Ciudad. 
Las infusiones sólo se pueden ofrecer en puestos fijos. Por eso, los cafeteros se organizaron en una cooperativa para pedir que permitan su actividad. Y ahora la Legislatura trabaja en un proyecto para legalizarlos. 
La iniciativa, impulsada por la legisladora Lucía Romano (Coalición Cívica- ARI), busca modificar el Código de Habilitaciones y Verificaciones de la Ciudad, para autorizar y regular la venta ambulante de infusiones de café, té y similares en el espacio público Actualmente, el Código prohíbe vender infusiones por cuenta propia en forma ambulante. Esto hace que las personas que se ganan la vida vendiendo café desde sus carritos queden a merced de policías e inspectores. 
"Tenemos certificado de manipulación de alimentos, libreta sanitaria y somos monotributistas, pero no tenemos permiso para estar en el espacio público. Cada vez que hay un operativo nos secuestran el carrito, que es nuestro instrumento de trabajo", cuenta Fidel Fernández, de la Cooperativa de Trabajo Cafeteros y Confitería de Constitución Limitada, que nuclea a vendedores de toda la Ciudad. 
La cooperativa se formó para luchar por ese permiso y fue la que se acercó a la legisladora Romano con una idea de proyecto de ley. "Queremos que nuestro trabajo esté reconocido legalmente y contribuir pagando impuestos", sostiene su referente. 
Hace 15 años que Fidel Fernández vende café en la calle. Arranca a la 1 de la madrugada para prepararlo con un sistema de filtro de tela artesanal. Cada cafetero tiene su fórmula: él mezcla granos molidos de dos primeras marcas para obtener un sabor que es su sello. A las 3 ya está afuera de la estación Constitución, donde cobra $ 100 por un café con leche con dos medialunas. 
"Trabajo de lunes a sábado, de 3 a 9, porque en ese horario no hay locales abiertos que ofrezcan el servicio de cafetería -dice Fidel-. Mis clientes son gente pobre: los que vienen a trabajar desde Provincia, choferes, ferroviarios, albañiles. No es fácil conseguir clientes. Hasta que prueban tu café. Ahí ya no dejan de comprarte". 
La venta de café es un emprendimiento que requiere poca inversión y permite subsistir. El carrito cuesta entre $ 30 mil y $ 40 mil, y cada termo entre $ 700 y $ 1.000. 
Para Fidel, fue una salida laboral rápida. "Soy peruano y tengo el título de analista de sistemas. Pero cuando llegué a la Argentina, hace 15 años, no podía trabajar por falta de documentación. Como en aquel entonces había poco cafetero, se me ocurrió comprar un carrito y salir a vender café". 
Hoy Fidel trabaja con otra persona, con un carrito con capacidad para 24 termos y una heladerita. Le inventó un sistema para que los vasitos no se vuelen con el viento. En los días buenos, saca entre $ 1.200 y $ 1.500, menos los gastos. Pero todo se esfuma cuando hay operativos de inspección. 
El cafetero de Constitución se pregunta: "En la calle se pueden vender desde garrapiñadas hasta panchos. ¿Por qué no café?". 
El proyecto de ley que se discute en la Legislatura porteña propone autorizar la venta de café o té en tres modalidades: elaboración y expendio por cuenta propia en ubicaciones fijas y determinadas de puestos móviles y semi-móviles; expendio ambulante por cuenta propia, o expendio ambulante por cuenta de terceros. 
La autoridad de aplicación podrá otorgar autorizaciones individuales y, también, a las unidades productivas de la economía social o cooperativas. 
Esas autorizaciones deberán estar exhibidas en los carritos o triciclos para que los clientes puedan asegurarse del cumplimiento de las condiciones sanitarias e higiénicas. 
Los cafeteros podrán terminar de elaborar a la vista sus infusiones, al igual que lo hacen quienes ofrecen garrapiñadas, manzanas abrillantadas, pochoclo, higos y azúcar hilada. Esos productos alimenticios, al igual que los barquillos y la fruta desecada, son los únicos que en la actualidad se pueden vender en forma ambulante. 
"Es necesario reconocer la venta de infusiones de manera ambulante de la misma forma que ya existe para la venta de otros productos conocidos y apreciados popularmente", sostiene la legisladora Lucía Romano. 
Y resume: "Por un lado, creemos que es necesaria la eliminación de las infusiones del capítulo del Código que exige que se realice esta actividad en ubicaciones fijas y determinadas. Y por otro, que hay que incorporar su venta en el capítulo que habilita la venta ambulante con elaboración o preparación en puestos móviles, como carros o triciclos, que garanticen las condiciones de seguridad higiénicas y sanitarias". 
Un marco legal, además, permitirá un mejor control de esas condiciones sanitarias. Y permitirá que el grito de "Hay café, café" deje de ser clandestino en la Ciudad. 

 

Fuente: Clarín

Corrientes
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