Deportes

02/12/2024

Del Potro colgó la vincha otra vez y dijo adiós en una noche inolvidable

"No estoy triste, porque termino mi carrera como soñaba", confesó el ganador del US Open ante una multitud. Djokovic fue el socio ideal en una despedida a la que se sumaron Sabatini y Dulko.

El objetivo era disfrutar. A pesar del dolor en esa maldita rodilla derecha que no le da paz desde hace cinco años. A pesar de que hacía más de dos temporadas que no jugaba un partido ni corría en la cancha como solía correr. A pesar de esa carga emotiva enorme que tenía ese último desafío que se había puesto ante uno de los mejores de todos los tiempos. Juan Martín Del Potro solo quería disfrutar dentro de la cancha una vez más, antes de retirar definitivamente su raqueta y decirle adiós para siempre al tenis. 
Y así lo hizo. 
El tandilense tuvo su despedida soñada. Le bajó el telón a su carrera con una victoria ante Novak Djokovic, uno de sus máximos rivales y un gran amigo, que volvió a Argentina tras once años solo para acompañarlo en esta ocasión tan especial. Y en un estadio Mary Terán de Weiss que le hizo sentir todo el cariño y el apoyo que tanto extrañó desde que su cuerpo lo obligó a alejarse de la competencia. 
"No estoy triste. Estoy emocionado, pero no de tristeza. Quería tener una raqueta en la mano por última vez", comentó un Delpo completamente desbordado por la emoción y cuando ya no había nadie en el estadio con los ojos secos. 
"Termino mi carrera de la mejor manera. Como soñaba", finalizó antes de quebrarse una vez más. 
Esas lágrimas y esa emoción incontenible fueron el final de una jornada en la que el tandilense se dio el gusto de cerrar un capítulo enorme de su vida como él quería. 
En la cancha y jugando al tenis. 
No bien la voz del estadio lo nombró a las 18, no quedó nadie sentado en las tribunas y todas las palmas se unieron para recibirlo, mientras se veían imágenes de aquella inolvidable consagración en Flushing Meadows 2009. Y el aire vibró al ritmo de un "¡Olé, olé, olé, olé... Delpoooo, Delpoooo!", entonado al unísono por las 14.500 personas. 
Enfundado en una remera celeste, una vincha blanca y un pantalón negro, agradeció esa primera muestra de cariño con los brazos en alto. Saludó a Nole, que lo esperaba en su banco, también aplaudiéndolo. 
Tomó agua. Y mientras Abel Pintos le dedicaba la canción "Motivos", comenzó a disfrutar. 
Del Potro saltaba en el lugar, estiraba los brazos, como calentándolos para poner conectar las pelotas con la mayor fuerza posible. Se unía a los aplausos del público que acompañaba la melodía y no dejaba de mirar para todos lados. Recorría el estadio con la mirada, como tratando de absorber todo y no perderse ningún detalle. Y no dejaba de suspirar. La emoción ya se notaba en sus ojos. 
Entonces llegó el momento de la acción. Delpo fue al saque. Conectó un primer servicio sin mucha potencia que Nole no pudo devolver. 
Miró a la tribuna e hizo un gesto con las manos como diciendo "Ya está". Todos se rieron. 
Se notó la falta de ritmo del tandilense y sus dificultades para moverse en la cancha. Y Nole entendió perfectamente la situación y jugó a media máquina, sin exigirlo demasiado. Pero aún así hubo algunos puntos que entretuvieron al público y generaron lluvias de aplausos. Porque aun sin la potencia de antes, Del Potro sacó a relucir de tanto en tanto su enorme derecha y demostró que el talento sigue intacto al colocar algunos tiros precisos, que fueron dirigidos justo a las líneas. Y porque Djokovic, incluso sin su versión más competitiva, hizo gala de su magia. 
Disfrutó el argentino de su despedida. 
Transpiró la camiseta y por momentos se lo vio tratando de recuperar el aliento. En el primer set, luego de un punto en el que se corrieron todo, le dio la raqueta al ball boy que tenía detrás y se sentó contra los carteles, gesto que su rival imitó sin dudar. Y más de una vez hizo gesto de "No doy más". Pero empujado por la gente, no se rindió. 
Festejó con puños apretados cada punto que le ganó a Djokovic, sobre todo con una derecha que fue lastimando cada vez más con el correr de los minutos. Y nunca dejó de sonreír, como pocas veces se lo vio hacer en los últimos años dentro de una cancha. 
Tan contento estaba Delpo que se prendió a los "juegos" de Djokovic. 
Cuando el serbio se acercó a uno de los jueces de línea a reclamarle -siempre con humor y con la simpatía que lo caracteriza- que un revés del argentino había sido malo y el línea no cambió el fallo, Juan Martín lo miró y levantó el pulgar con gesto cómplice. Le dio el gusto al ganador de 24 "grandes" cuando le propuso intercambiar las camisetas. Y hasta se animó a imitar a Nole, replicando ese gesto de picar demasiadas veces la pelota que el ex número uno suele hacer antes de sacar. 
"Me tienen que dar un respiro", dijo Delpo tras llevarse el parcial inicial por 6-4. Y para que se le hiciera más llevadero el segundo, invitó a Gisela Dulko y a Gabriela Sabatini para transformar el singles en un doble mixto. 
"El año pasado cuando me tenía que hacer una cirugía, ella me llamó y me dijo: 'Mañana me tomo un avión y me quedo con vos hasta que te recuperes. Y desde ese momento somos inseparables", contó el tandilense, con la voz quebrada, sobre Gaby, que hizo de su compañera durante tres games. 
Fue la única vez durante el partido en el que se dejó ganar por la emoción. Como pudo, aguantó y se contuvo. Hasta ese abrazo interminable en la red con Nole, después de que el serbio le regalara el último punto para el 7-5 del segundo set y la victoria final. 
El serbio tomó la palabra y lo llenó de elogios no solo por todo lo que logró como jugador, sino también por su enorne calidad humana. 
Él le devolvió el cariño. "Esto fue posible gracias a tu generosidad - aseguró-. Cuando en marzo le pregunté a Novak si había una chance de que viniera a Argentina para compartir mi último partido, sin dudarlo me dijo que sí. Tenerlo acá hizo esta noche inolvidable". 
En las pantallas aparecieron otros grandes del tenis y del deporte que no quisieron estar ausentes en su despedida. Las palabras de Roger Federer, Rafael Nadal, Manu Ginóbili, Martín Palermo, Lionel Scaloni, Carlos Alcaraz y Gael Monfils le robaron más de una sonrisa, pero también le llenaron los ojos de lágrimas. "Es un privilegio que me hayan dedicado esas palabras", afirmó y les agradeció a todos los que lo acompañaron en su carrera, desde entrenadores hasta médicos, a su familia y finalmente a la gente. 
"El cariño de todos ustedes siempre me llenó el alma y les agradezco de corazón", afirmó. 
Delpo lloró y emocionó a todos. 
Hasta al propio serbio. Lloró, volvió a colgar la vincha en la red, como había hecho en febrero de 2022 tras su último partido oficial con Federico Delbonis en el Argentina Open. Abrazado por una ovación eterna y los hermosos recuerdos de su gran carrera, y con el dulce sabor del triunfo en su último desafío ante el mejor de la historia, le dijo adiós al tenis para siempre. 
 

Fuente: Clarín

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