Napoli festeja su tercer título con los hinchas convencidos de que Maradona lo hizo posible

El empate con Udinese se siguió en pantallas gigantes y los fuegos artificiales iluminaron el cielo del sur italiano.

Sin Diego arremolinando devociones a su alrededor y lejos de los héroes de esta noche -que festejan en Udine, a 850 kilómetros de Nápoles-, los napolitanos dieron finalmente rienda suelta al delirio de la "festa Scudetto" que venían celebrando, con cuentagotas, desde el fin de semana. 
Porque este tercer campeonato para el Napoli, a 33 años del último y con un equipo en el que no figura Diego Maradona, se hizo desear como nunca. 
Pero ayer, en cuanto terminó el Udinese-Napoli, a nadie le importó valorar el empate. Sobre la Piazza del Plebiscito, donde late la vida cotidiana de Nápoles, los fuegos artificiales iluminaron el cielo como en el primer segundo de cada Año Nuevo. 
Cuando faltaban diez minutos para el final del partido, en el Largo Maradona, la plazoleta dedicada a Diego que esta noche de jueves estuvo coronada por la pantalla que permitió seguir al Napoli, las bengalas de colores teñían la expectativa de superar el 1-1 con un humo que nublaba las jugadas. 
"La capolista se ne va, se ne va" ("El primero de la lista se va, se va"), coreaban los hinchas. 
Por segunda vez en cuatro días, el centro histórico de la ciudad se cerró a los autos y se volvió a convertir, como el domingo, en una zona peatonal que fue tierra de abrazos, lágrimas, banderas, cornetas y bengalas de humo azul. 
A pesar de la lluvia que humedeció la ciudad con intermitencias desde el domingo, la memorabilia casera que adorna las calles como si los tres millones de napolitanos festejaran su cumpleaños al mismo tiempo, resistió. 
Desde la peatonal Vía Chiaia, "I Gradoni", los escalones que llevan a Quartieri Spagnoli -el barrio que anoche no durmió y donde Diego tiene murales y plazoleta propia-, conserva el pasacalle que amenaza desde hace días con un agradecimiento que, por fin, se hizo realidad este jueves: "I Gradoni ringraziano i campioni" ("Los enormes escalones agradecen a los campeones") dice el cartel, en blanco y celeste, detrás del cual, cada cien metros, figuran los nombres y el número de la camiseta de cada jugador del equipo. 
Hay festejo en la puerta de Massimo Vignati, el napolitano que convirtió el sótano de su casa, en el barrio de Secondigliano, en un museo subterráneo de Diego. 
Vignati era un nene cuando, en julio de 1984 Maradona fue presentado ante 80 mil hinchas del Napoli. "Mi papá era el intendente del estadio San Paolo y mi mamá fue su única cocinera. Era su gobernanta", cuenta. 
La hermana de Massimo fue niñera de Dalma y de Gianinna y él, poquito a poquito, fue atesorando reliquias de su dios. 
Conserva el banco donde se cambiaba Maradona en el vestuario del San Paolo -que hoy lleva su nombre- , guardó el contrato que lo trajo al Napoli y hasta el sofá que Diego tenía en su casa. 
"Diego seguramente puso su mano y le pidió al Padre Eterno por el pueblo argentino y el napolitano. Por eso Argentina es campeón del mundo y el Napoli campeón de Italia. En esto está la mano de Diego. No tiene precio. Es una alegría inmensa", dice Massimo a Clarín. 
Ayer, el paisaje en el estadio Diego Maradona, allí donde el empate con la Salernitana del domingo dejó a los 60 mil napolitanos presentes con el alarido de campeones atragantado, es inusual.Se llenó, pero sin que nadie pusiera un pie en el césped ni rodara una pelota. 
El presidente del club, Aurelio De Laurentiis, hizo plantar pantallas gigantes alrededor de la cancha para que, por 5 euros, los tifosi pudieran seguir el Udinese-Napoli que se jugó lejos de casa.Sin embargo, 18 mil napolitanos ocuparon las gradas del estadio del Udinese que queda a ocho hora de auto de Nápoles. 
En la ciudad que ahora festeja, las puertas del estadio se abrieron a las seis de la tarde y una curiosidad: aun sabiendo que el Napoli podía consagrarse campeón el miércoles sin jugar -si Lazio no le ganaba a Sassuolo, como sucedió-, los napolitanos agotaron las entradas para ver el partido en la pantalla gigante apenas salieron a la venta. 
 

Fuente: Clarín