El pincel de Frida guía la nueva gran expo del Malba
"Tercer ojo" abre sus puertas mañana, con la pintura que se convirtió en la más cara del arte latinoamericano.
Como en una capilla en penumbras, brilla Frida con los cabellos enredados en el cuello, lágrimas cayendo y el camafeo de su Diego Rivera tatuado en la frente. Diego y yo, de las últimas obras que Frida Kahlo pintó y que condensa lo contradictorio de los sentimientos que puede albergar el alma humana, es la estrella de Tercer ojo. Colección Costantini en Malba, la exposición que inaugura mañana en este museo y que por primera vez comparte el acervo personal del coleccionista adquirido en estos años.
Más allá de sus cualidades compositivas y su intenso magnetismo autobiográfico, gracias a esta compra Diego y yo se convirtió en la obra más cara del arte latinoamericano a la fecha.
En 2021 Costantini pagó por ella la suma de 34,9 millones de dólares, en una subasta que desbancó una obra de Diego Rivera, su esposo durante 25 años, quien en el retrato a su vez también tiene su tercer ojo en la frente.
La fascinación por Frida es un punto muy alto en la vasta y ambiciosa muestra que depara muchas otras sorpresas, dado que ocupa todo el primer piso y un subsuelo del Malba. "Aquí está plasmada la potencia de las dos colecciones, la trayectoria de Eduardo como coleccionista, en la elección de las mejores piezas de los artistas canónicos del arte latinoamericano", señaló en diálogo con Clarín María Amalia García, curadora Jefa del Malba y de esta exposición, que reúne unas 240 piezas de ambos acervos casi en idéntica proporción.
Entre otras joyas del arte latinoamericano, se exhiben obras de Tarsila do Amaral (la insigne Abaporú, herida abierta en el orgullo nacional de los coleccionistas brasileños aun hoy), de Xul Solar, Joaquín Torres García, Emilio Pettoruti, el cubano Wifredo Lam y el chileno Roberto Matta, Maria Martins, Antonio Berni y Jorge de la Vega. Otra de sus recientes compras ha sido Armonía (retrato sugerente) de la catalana-mexicana Remedios Varo.
En el recorrido, destaca una obra sin título que Jorge de la Vega dejó inconclusa en 1971, y que Costantini adquirió a modo de revancha de la obra de siete metros de largo que no llegó a adquirir en arteBA 2019.
También se pueden ver las dos obras robadas que Costantini admitió haber comprado de buena fe en Brasil, Elevador Social (1966), de Rubens Gerchman, y Maquete para Meu Espelho (1964), de Antônio Dias, valuadas cada una en US$ 300.000.
Fuente: Clarín