Embajada de Israel, un atentado que nadie quiso resolver y el eco que nunca se apaga: 33 años de sangre, silencio y una ciudad que no olvida
En un rincón de Arroyo y Suipacha, donde alguna vez hubo una embajada, ahora hay un jardín de piedras rotas y nombres tallados en bronce. Veintidós. Veintidós almas que se fueron con el estruendo de aquel 17 de marzo de 1992, cuando un coche-bomba partió en dos la memoria de Buenos Aires. Hoy, a 33 años, los sobrevivientes caminan entre las flores dejadas por los vivos y susurran, como quien no quiere despertar al pasado: "El recuerdo voló por el aire con nosotros adentro".
"Eran las 14:50, y De Repente, el Mundo se Hizo Pedazos"
Carlos Grynwald, entonces custodio de la embajada, cuenta la historia con los ojos clavados en el vacío: "Vi una camioneta blanca. Frenó, y después... solo hubo silencio. Hasta que el silencio estalló". La explosión, equivalente a tres toneladas de dinamita, derrumbó el edificio como un castillo de naipes. Murieron diplomáticos, transeúntes, una empleada que salía a comprar pan. Murió hasta el perro que dormitaba en la vereda. "Nos sacaron de los escombros con las manos quemadas y la ropa hecha jirones", dice Ana Weinstein, otra sobreviviente, mientras acaricia una foto ajada. "Pero lo peor vino después: la impunidad".

La Causa que Nadie Quiso Ganar: Menem, Irán y los Papeles que se Perdieron en el Camino
El expediente judicial es un monumento a la desidia. En 1999, el juez Juan José Galeano señaló a Hezbollah y a Irán como autores intelectuales, pero las pruebas se esfumaron entre sobres de dinero y amenazas. Carlos Menem, presidente entonces, fue acusado de encubrir a los iraníes a cambio de negocios petroleros. Lo absolvieron en 2019, cuando ya la impunidad había echado raíces. "Acá los muertos no votan", escupe Pablo Jacoby, hermano de Federico, uno de los caídos. "Y los fiscales se jubilan con los secretos bajo el brazo".
En 2006, Interpol lanzó órdenes rojas contra cinco iraníes, incluido el ex presidente Ali Rafsanjani. Pero Teherán se burló: "Ficción cinematográfica", dijeron. En 2013, Cristina Kirchner firmó un polémico acuerdo con Irán para crear una "comisión de la verdad". La Corte Suprema lo declaró inconstitucional, pero el daño ya estaba hecho: "Fue una puñalada", dice Laura Ginsberg, hija de una víctima.
2025 La memoria y el desencuentro
En la esquina de Arroyo y Suipacha, donde una bomba desgarró el aire hace 33 años, se juntarán hoy las voces que no se apagan. Las de los 29 muertos, los 242 heridos, las familias que aún caminan con el peso de lo irresuelto. La Embajada de Israel y la DAIA convocan a un acto sin grandilocuencias: leerán 22 nombres, los de quienes quedaron sin justicia en el atentado más olvidado y más repetido.
La DAIA, en un comunicado austero, habla de ?combatir el terrorismo y la impunidad?. Pero en el aire flota esa palabra incómoda: impunidad. La misma que trepa por las paredes de Tribunales, que se cuela en los pasillos de la Casa Rosada. El atentado a la Embajada, como el de la AMIA dos años después, son heridas que no cierran porque alguien, en algún lugar, sigue negándose a nombrar lo innombrable.
Milei no estará hoy en el acto
Por primera vez desde que asomó al poder, Javier Milei faltará a una cita que lleva tatuada en el calendario de los que no olvidan. El hombre que se jacta de alinear sus pasos con Israel y Estados Unidos ?sus dos faros en un mundo que desconfía de sus profecías? no estará hoy en Arroyo y Suipacha, donde el tiempo se detuvo hace 33 años.
¿Razones? Su círculo íntimo aleja fantasmas con un argumento burocrático: un problema de agenda. La entrevista con The Washington Post, suspendida y reagendada para hoy a las 14.45 ?justo cuando el reloj marcará la hora exacta de la explosión?, lo ata a una sala en algún lugar de Balcarce 50. ?Javier es muy rígido cuando se compromete?, dicen sus colaboradores, como si la rigidez fuera virtud en un país donde las promesas se las lleva el viento. Los periodistas, aseguran, habían volado desde Estados Unidos y no había margen para otra cortesía.
Mientras, en la esquina del dolor, la delegación oficial la encabezará Karina Milei, su hermana y sombra política, junto a un puñado de integrantes del gabinete nacional. Desde la Casa Rosada destacaron que la delegación oficial buscará respaldar el acto, descrito como ?sobrio y centrado en la memoria de las víctimas?.
El atentado, aún impune, sigue siendo un reclamo central para organizaciones como la DAIA y sobrevivientes, que insisten en el avance de las investigaciones. Mientras el Gobierno enfatiza su alineamiento con Israel, la ausencia de Milei hoy abre interrogantes sobre el equilibrio entre los gestos diplomáticos y los compromisos internacionales en su agenda.
La cita, en todo caso, transcurrirá entre discursos, flores y los veintidós nombres que, tres décadas después, aún esperan justicia.
Fuente: Ejes de comunicación