Encierro y redes: los nuevos disparadores de trastornos de la alimentación en chicos
Los expertos advierten que hubo un aumento de consultas por estos desórdenes, e incluso, de internaciones; la desorganización de la rutina familiar y la virtualidad impulsaron la tendencia
Como ocurrió en muchos hogares, los hábitos de la familia de Roma, de 14 años, quedaron alterados por la pandemia. La hora del almuerzo antes no existía, porque nadie comía en casa. Por los horarios cruzados y por los Zoom, la madre optó por dejar un buffet de opciones en la mesada para que cada uno comiera en su horario y lavara su plato. Por eso, pasaron varios meses hasta que la familia descubrió por lo que estaba pasando Roma. A veces, su almuerzo era un tomate cherry, dos rodajas de pepino y un vaso de agua. Y eso era todo lo que comía al día, frente a la computadora, en su cuarto. Otros días, sucedían los atracones. Podían ser diez alfajores o una docena de empanadas. Y después aparecía la culpa, y la compulsión por salir a entrenar.
Los buzos enormes le sirvieron por un tiempo para disimular.
Un día, su madre entró a su habitación y la vio en corpiño. Los brazos eran palitos y las costillas, pentagramas.
Cerró la puerta y al día siguiente la llevó al pediatra. Había bajado siete kilos. Y lo peor: se veía gorda. El médico dijo: "Anorexia severa". Estuvo internada dos semanas en una clínica y ahora sigue un tratamiento ambulatorio, en un centro de día.
Tantos meses de encierro, lejos del colegio y de sus amigos, viéndose casi exclusivamente por las pantallas, habían dejado su huella.
Pero no es la única. La pandemia desató un aluvión de consultas por trastornos alimentarios en adolescentes: anorexia, bulimia, vigorexia, y ortorexia, entre otros. Y a edades más tempranas. Incluso, en niños.
"Negarse a comer es una manera de recuperar en algo el control, en un momento en el que no pueden decidir casi nada", señala la psiquiatra Liliana Matto, miembro de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA) y presidenta honoraria del Capítulo Anorexia y Bulimia de esa entidad. Es una manera de poner en evidencia que su capacidad adaptativa a la nueva normalidad alcanzó un límite, explican los especialistas.
Fuente: La Nación