La inteligencia artificial llega al hogar: cómo simplificará las rutinas diarias
Desde televisores que entienden el contexto y heladeras que sugieren recetas hasta robots de compañía: la IA comienza a modificar los hábitos cotidianos
Imaginemos una casa donde el televisor entiende frases, la heladera sugiere recetas de acuerdo con lo que tiene en su interior y el lavarropas ajusta el ciclo con solo decirle que una remera blanca se manchó con salsa. No es un capítulo de ciencia ficción ni una fantasía de Silicon Valley sino la visión que las grandes marcas de tecnología plantean en ferias como la IFA de Berlín.
Allí, entre pasillos repletos de pantallas y robots en etapa de prueba, quedó claro que la inteligencia artificial dejó de ser una promesa abstracta y ya desembarcó en lo cotidiano.
El interrogante ya no es si la IA estará presente en la vida diaria sino cómo interactuaremos con ella en cinco o diez años. ¿Qué papel jugará en el televisor, el horno o la heladera? Y, sobre todo, ¿para qué la usaremos? Los fabricantes coinciden en una respuesta: no dependeremos de controles remotos ni de pantallas táctiles: bastará con hablar.
Del "OK Google" al lenguaje natural El avance de modelos como ChatGPT o Google Gemini marcó un antes y un después. Actualmente no hace falta dar órdenes robóticas como "Alexa, poné el brillo al 20%", solo es necesario expresarse como lo haríamos con otra persona: "la tele tiene demasiado brillo" o "quiero ver una película de acción con Jason Statham". Esa naturalidad cambia la relación con la tecnología.
En IFA, diversas marcas mostraron cómo sus televisores integran asistentes que entienden frases cotidianas. La pantalla deja de ser solamente un dispositivo de entretenimiento para convertirse en el centro de mando de un hogar conectado En algunos países, los sistemás inteligentes permiten programar el uso de electrodomésticos en función de las tarifas horarias de energía, reduciendo así los costos a pagar. Hay incluso modelos de aire acondicionado con algoritmos predictivos que aprenden las rutinas familiares y ajustan automáticamente la temperatura antes de que algún integrante llegue a la casa.
El futuro del hogar inteligente no se limita a aparatos aislados, sino a un ecosistema integrado.
Una heladera conectada puede sugerir recetas en función de lo que hay guardado en su interior, enviar esa información al horno para que se precaliente a la temperatura adecuada y avisarle al lavavajillas qué tipo de utensilios deberá limpiar en un rato.
Lo mismo sucede con la ropa: basta con especificarle al sistema las prendas para que el lavarropas ajuste automáticamente el ciclo de lavado y el secarropas prepare el plan de secado correcto.
La interacción es natural y el esfuerzo humano se reduce al mínimo.
El desafío de los ecosistemas Pero el entusiasmo choca con una realidad: los dispositivos no siempre hablan el mismo idioma. LG, Samsung, Hisense o Haier tienen sistemas propios (ThingQ, SmartThings, Connect- Life, entre otros). El sistema estándar Matter busca resolver esa fragmentación, aunque aún falta para que todos los aparatos converjan sin fricciones.
Pero hay un gran problema para los usuarios: nadie compra artefactos de una sola marca.
Una casa puede tener una heladera de un fabricante y un aire acondicionado o un televisor de otro. El futuro del hogar inteligente depende de que esas fronteras se diluyan y la voz del usuario sea entendida sin importar el logo que lleva cada aparato.
La voz como interfaz universal Todo apunta a que la voz será el hilo conductor entre las personas y la tecnología en el hogar.
La industria avanza hacia agentes que no solo reaccionen a órdenes sino que también actúen con proactividad: detectar que salimos de casa para apagar el aire acondicionado o que llegamos cargados de bolsas para encender la luz y disponer un ambiente confortable.
El reto principal sigue siendo la fiabilidad. Nadie quiere discutir con una heladera que no entendió el pedido o con una computadora que se equivocó en una tarea clave. La madurez de los modelos de lenguaje natural es lo que permitirá que estas interacciones sean fluidas, naturales y libres de frustraciones.
Otro debate surge a raíz de la interacción por voz: la privacidad.
No es lo mismo pedirle a un televisor que baje el volumen que dejar que un sistema procese nuestros correos, calendarios o incluso documentos personales en la nube. Por eso hay fabricantes que impulsan las AI PC, computadoras capaces de procesar modelos de IA en forma local. La propuesta apunta a que ciertas tareas, como el reconocimiento de voz o la gestión del contexto, no dependan de servidores externos sino del propio dispositivo.
Eso garantiza una mayor privacidad y reduce la latencia: la respuesta debe llegar de inmediato, como sucede al utilizar un teclado o un mouse.
Robots de compañía Aunque aún faltan algunos años para que los robots humanoides sean parte habitual de los hogares, varias empresas ya los ven como el siguiente paso.
TCL presentó AI Me, un robot pensado como asistente personal y centro de un ecosistema conectado. Según señalaron ejecutivos de la compañía, en pocos años podremos pedirle que mantenga la casa a cierta temperatura, que encienda el microondas o que detecte cuándo salimos para apagar las luces y ahorrar energía. En paralelo, compañías como Neura Robotics avanzan con humanoides capaces de realizar tareas más complejas, aunque todavía a precios elevados. El escenario que alguna vez pareció exclusivo de películas como Her o El hombre bicentenario empieza a encontrar su primera versión comercial.
Más allá de Europa, China muestra con claridad su ambición: durante la Cumbre Mundial de Inteligencia Artificial (WAIC 2025) celebrada en Shanghái presentó desde humanoides expresivos hasta brazos robóticos capaces de combinar visión, lenguaje y acción.
Su objetivo es no solo dominar la tecnología sino también exportarla a gran escala, especialmente hacia mercados emergentes donde la demanda de automatización crece. Mientras Estados Unidos conserva el liderazgo en biomecánica y en locomoción autónoma, China apuesta por la producción masiva, por el acceso a los datos y por la velocidad de iteración.
Un futuro cercano La vida cotidiana con IA ya no parece un escenario de ciencia ficción. De a poco, la interacción natural con electrodomésticos, la gestión proactiva de la energía y la llegada de robots asistentes empiezan a moldear un nuevo modo de habitar.
El desafío está en conseguir que todos los dispositivos se entiendan, que la privacidad esté garantizada y que la experiencia sea confiable. Si las marcas logran cumplir esos requisitos, la frase "hablar con la heladera" dejará de ser un chiste y se volverá parte de la rutina diaria dentro de pocos años.
Fuente: BAE