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19/09/2024

Un colegio argentino quedó entre los mejores 15 del mundo

Es una escuela privada de Tigre al que van alumnos pobres. Compitió contra miles de candidatos de 80 países. El mes que viene se sabrán los ganadores.

Abrumadas por los problemas económicos y sociales, a las familias les cuesta comprometerse con la educación de sus hijos y esto contribuye a la crisis de aprendizajes que vive el país. Por lo menos, así lo ven muchos expertos, quienes suelen explicar que esta una de las razones por las que la Argentina está como está en los rendimientos escolares. 
Pasa, sobre todo, en los sectores más vulnerables, donde si un chico no es acompañado en los asuntos escolares difícilmente pueda lidiar bien con los problemas educativos que se les presentan. 
Ahora, ¿es posible cambiar el compromiso familiar con una nueva propuesta escolar? ¿Hay algo que el colegio pueda hacer para lograr que los padres se involucren más en la educación de sus hijos, a pesar de estar viviendo mil y una pesadillas cotidianas? Pareciera que sí, si se sigue la historia de la escuela María de Guadalupe, de Tigre: un colegio privado, levantado hace solo 12 años en el barrio Las Tunas, en Pacheco, provincia de Buenos Aires, y que da clases a 700 alumnos -desde el nivel inicial hasta la secundaria-, que llegan de un contexto de mucha vulnerabilidad social. 
Es el primer colegio argentino que quedó entre los 15 mejores del mundo en el World?s Best School Prizes 2024, donde compitió contra miles de escuelas de más de 80 países. El mes que viene se sabrá quiénes son los 5 ganadores, que se llevarán US$ 10.000 cada uno. 
El premio le reconoce los resultados educativos (altísima retención escolar y muy buenos rendimientos) y también la "colaboración con la comunidad": los vínculos que establecieron con empresas, ONG y universidades. Pero Luis Arocha, director de Fundación María de Guadalupe, destaca también "la mirada de las familias", "la percepción por parte de ellas de que la educación es importante". 
"La escuela no solo logró resultados de calidad, sino que los padres valoren la educación. Cuando arrancan el colegio suelen valorarla poco, hay inasistencias -sobre todo en los primeros grados de la primaria- y poco control de los padres, pero luego se van involucrando", le dice Arocha a Clarín. 
Cuenta "historias heroicas", de mujeres solas, que están fuera de sus casas por el trabajo hasta 14 horas (con el viaje incluido) y que, sin embargo -gracias a la propuesta de la escuela- encuentran la motivación para seguir la trayectoria escolar de sus hijos. 
Arocha cree que, si ellos lograron este compromiso de las familias, cualquier escuela -aun en los contextos más desfavorables- también lo podrá hacer. 
Creado en 2012 por la asistente social María Paz Mendizábal y el empresario Roberto Souviron, el Guadalupe es un colegio de gestión privada, con 58% de subsidio estatal. 
La idea original fue desarrollar una escuela de calidad en un barrio popular en el que faltara oferta educativa. Y al mismo tiempo crear un modelo educativo eficiente, que pueda ser replicado en otro barrio popular de similares características. 
Por eso, la dirección del colegio está muy atenta a los costos, que son menores que en otras escuelas estatales de barrios populares. 
¿Cómo se financia? El 12,5% por las cuotas que les cobran a las familias. 
Ahora, por jornada completa, es de $ 37.000 mensual, pero hay becas. El 29,4% viene de donaciones, de personas y empresas. Y el 58,1% es subvención del Estado provincial, que paga los docentes. 
Entre la comunidad educativa, el 73% de los padres no terminó el secundario, el 62% vive en situación de precariedad habitacional y 47% en condición de hacinamiento. 
Uno de los principales objetivos que se planteó el colegio Guadalupe fue integrar los aprendizajes académicos con el futuro laboral de los alumnos. Y en estos 12 años muestra tres logros. 
Primero, la retención escolar: casi todos (el 99%) termina la escuela a tiempo, en un sector social donde cuesta mucho que los chicos mantengan la escolaridad. Segundo, el rendimiento educativo es similar al de los estudiantes de clases altas del país, medido por las pruebas Aprender. Y tercero, la proyección de los graduados: el 87% estudia y/o trabaja (muchos, en blanco). 
La escuela empezó con 1° a 3° grado, después fueron completando la primaria, agregaron secundaria, y terminaron con el nivel inicial. 
En la secundaria, el principal desafío fue lograr que los alumnos no abandonen y, luego, impulsarlos a que sigan estudiando o consigan un empleo formal. Para esto armaron tres programas: 1. Orientación vocacional. En los últimos dos años de la secundaria, los alumnos reciben herramientas para decidir su futuro, con la participación de empresas que cuentan lo que necesitan y universidades que muestran sus ofertas. 
2. Mentorías. A los alumnos que ya tienen decidido qué seguir, los conectan con un profesional afín para que le haga de guía. 
3. Programa de inclusión laboral. 
Los ayudan a armar bien un currículum, y les suman el manejo de habilidades sociolaborales, digitales y de logística. 
El World?s Best School Prizes 2024 es un premio global impulsado por la organización T4 Education en alianza con Accenture, American Express y la Fundación Lemann de Brasil. 
Las escuelas compiten en cinco categorías. Al Colegio María de Guadalupe lo seleccionaron, entre los tres mejores, en la categoría "Colaboración con la Comunidad". 
En octubre se sabrá quien es el ganador de cada categoría. 
 

Fuente: Clarín

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