Voluntarios verdes. Los jóvenes que ayudan a cuidar los parques nacionales
Cada año cientos de chicos de entre 19 y 30 años trabajan en áreas protegidas del país para complementar sus carreras o terminar de definir sus vocaciones
PARQUE NACIONAL LOS GLACIARES, Santa Cruz - Agnese Trevisán, de 27 años, llegó desde Milán, Italia. Dejó por una temporada su trabajo en una oficina en Suiza para ser voluntaria en esta área protegida. Aquí, aprendió acortar leña con una motosierra, a apagar el fuego con una motobomba, a quitar plantas exóticas y a construir bancos. ?Servir en uno de los lugares más lindos de la Argentina fue una experiencia enriquecedo- ra?, afirma.
Ella es una de los cientos de voluntarios que trabajaron durante el último año en los parques nacionales. En su mayoría, son jóvenes de entre 19 y 30 años. Casi todos se inclinan por ir a trabajar a los parques de la Patagonia, como Los Glaciares y Los Alerces. Sin embargo, también están entre las preferencias, los de Iguazú, Talampaya, Esteros del Iberá y Calilegua.
Maximiliano Alquinta, de 23 años, viajó a dedo desde Bariloche hasta el Parque Nacional Sierra de las Quijadas, en San Luis, para hacer su segundo voluntariado. Llegó con una pequeña mochila negra con ropa, una bolsa de dormir, una carpeta y una misión a cuestas: reunir experiencia y adquirir la mayor cantidad de habilidades para poder ingresar en febrero próximo al Curso de Formación de Guardaparques en Embalse, Córdoba. ?Este voluntariado significa que valió la pena todo el sacrificio que vengo haciendo. Es un paso más para poder seguir creciendo en lo que quiero ser el día de mañana, un guardaparques bien formado?, sostiene.
Los voluntarios trabajanduran- te un mes. El Estado les provee de un alojamiento dentro del parque nacional y un seguro contra accidentes de trabajo. Sin embargo, el costo del pasaje y alimentos corre por cuenta de cada postulante.
El programa que promueve y regula el voluntariado dentro de los parques nacionales intenta imitar el modelo que impulsa Cascos Blancos. Al momento, hay 924 inscriptos en el sistema a la espera de ser convocados para realizar el voluntariado durante esta temporada. En la inscripción, que se hace a través de un formulario en internet (www.argentina.gob.ar/parquesnacionales/normativas), los interesados son consultados por su edad, estudios previos, habilidades que pueden aportar y las áreas protegi- das que les resultan de interés para llevar a cabo la experiencia.
La mayor parte de los voluntarios son estudiantes de Turismo, Ciencias Naturales, Geología y aquellos que están interesados en ingresar en el Curso de Formación de Guardaparques. Pero también se inscriben alumnos de las carreras de Psicología, Derecho, Comunicación, entre otros.
En el caso de María Luz Quesada, de 34 años, el voluntariado fue el complemento ideal de su profesión. En Ingeniero Juárez, al oeste de Formosa, trabajó como profesora de Biología en las comunidades wichi y toba. Y su experiencia en Sierra de las Quijadas le permitió poner en práctica parte de lo que durante años enseñó a sus alumnos: el respeto por la naturaleza y el cuidado de la biodiversidad. ?Cuando trabajás en un área protegida te involucrás más, te sentís parte. Es una experiencia superlinda, porque no solo aprendés lo que hace el cuerpo de guardaparques, sino todos los agentes que trabajan acá?, sintetiza.
Los voluntarios tienen varias tareas como atender al visitante, mantener senderos, reparar cartelería, recorrer zonas de acampe y controlar fogones. También colaboran en proyectos especiales. Por ejemplo, en la extracción de flora exótica, censos de aves o monito- reo de animales a través de cámaras trampa. Además, pasan por pequeñas capacitaciones sobre flora y fauna, primeros auxilios, uso de herramientas para la prevención y el combate de incendios forestales, entre otras.
La mayoría de los voluntarios son argentinos con un alto porcentaje procedente de la provincia de Buenos Aires, la Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. También llegan desde países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, España, Brasil, Colombia, Costa Rica, Israel, Italia, Suiza, Grecia, Sudáfrica, Suecia, Chile y Uruguay.
?Sin hacer publicidad de nuestro programa, recibimos más de 3000 consultas al año. La experiencia satisfactoria de cada voluntario que se va es nuestra mejor propaganda?, explicaron desde la intendencia del Parque Nacional Los Glaciares.
Estilo de vida Paine Guerrero, de 25 años, y Valentina Pedernera, de 24 años, son dos voluntarias cordobesas. El año pasado, trabajaron en el Parque Nacional Lago Puelo, en Chubut, y este año se volvieron a inscribir en el programa como voluntarias en Los Glaciares. Su trabajo consistió en abrir senderos, limpiar pasarelas o atender turistas en los centros de visitas.
?No es trabajar gratis. Es ganar experiencia, es aprendizaje?, señala Paine. ?Es realmente recomendable. Nos dio ganas de estudiar la carrera de guardaparques?, agrega Pedernera.
?Muchos de nuestros guarda- parques antes fueron voluntarios. Es un aliciente para quienes, movidos por el bien común, se acercan y más tarde, conmovidos por la experiencia, se inscriben en la carrera?, afirma Eugenio Breard, presidente de la Administración de Parques Nacionales.
Para María Laura Silva, jefa de guardaparques en el Parque Nacional Quebrada del Condorito, en Córdoba, sus tres voluntariados en los de Iguaz ú, Los Glaciares y El Palmar fueron determinantes a la hora de decidir su vocación. ? Me dieron una mirada más real sobre el trabajo y la forma de vida que te pide la carrera. Estar en un parque, convivir con la gente que trabaja ahí y relacionarte más directamente con los guardaparques te da una visión mucho más completa para tomar una decisión?, explica.
Al finalizar el voluntariado, reciben una constancia de haber trabajo en estas áreas protegidas. A muchos les sirve para acreditar prácticas educativas o pasantías en sus facultades. A otros, como experiencia laboral.
Fuente: La Nación