Una candidata pacifista rusa desafía a Putin en las presidenciales
La experiodista Yekaterina Duntsova cumplió con los primeros requisitos para postularse; sin otros candidatos, se da por descontada la reelección del presidente
La experiodista de televisión Yekaterina Duntsova se presentó como precandidata para las elecciones presidenciales rusas del 15 al 17 de marzo próximos, en las que se espera que Vladimir Putin gane por abrumadora mayoría.
Duntsova, de 40 años, pidió el fin del conflicto en Ucrania y la liberación de los presos políticos, incluido el líder de la oposición Alexei Navalny.
Para inscribirse formalmente como candidata, ya presentó la documentos a los funcionarios de la Comisión Electoral Central.
Ahora enfrenta un gran obstáculo: obtener 300.000 firmas en apoyo de su candidatura, de toda Rusia, antes del 31 de enero.
Pero Duntsova corrigió a un periodista que le preguntó si creía que las autoridades realmente le permitirían avanzar con su postulación.
"¿Por qué hablamos de permiso si ese es mi derecho según la ley y tengo esa posibilidad y tengo las cualidades necesarias para presentarme?", respondió.
"Simplemente nos movemos según la fórmula prescrita por la ley federal y para ello no necesitamos el permiso de nadie", agregó.
"Tengo una sensación de logro: Hemos hecho todo lo que necesitábamos hacer. Dimos este paso, y pienso que debe inspirar a las personas que nos apoyan", declaró.
"(Espero) que al menos se me registre (como candidata). Pero, desde luego, recolectar firmas es una enorme tarea y espero que la gente participe activamente".
Putin, de 71 años, ha estado en el poder como presidente o primer ministro desde 1999 y busca otro mandato de seis años. Con Navalny cumpliendo sentencias de prisión por un total de más de 30 años y otros destacados críticos del Kremlin tras las rejas o fuera del país debido al riesgo de arresto, no existe una figura de oposición establecida que lo desafíe.
Manipulación Los partidarios de Navalny califican el proceso de farsa y afirman que el Kremlin, a través de la comisión electoral, controla quién puede postularse y puede manipular fácilmente el voto si es necesario con la ayuda de un opaco sistema de votación electrónica.
El Kremlin dice que Putin ganará porque goza de un apoyo público abrumador, con índices de apoyo de alrededor del 80% en las encuestas de opinión.
Putin anunció a principios de este mes que se presentaría como candidato, pero por ahora es el único candidato. Los aspirantes que cuentan con el apoyo de un partido político sólo necesitan reunir 100.000 firmas.
"El miedo no debe ganar" Para cumplir con las normativas del Kremlin, Duntsova evita utilizar la palabra "guerra" para describir el conflicto Rusia-Ucrania, que Putin llama una "operación militar especial", y reconoció que tenía miedo. "Cualquier persona cuerda que dé este paso tendría miedo, pero el miedo no debe ganar", afirmó.
Duntsova es una periodista y política local de la región de Tver, al norte de Moscú.
"Hoy fue el puntapié oficial de nuestra campaña electoral", dijo la campaña de Duntsova en la aplicación de mensajería Telegram después de que cientos de seguidores se reunieron en Moscú el domingo para respaldar oficialmente su candidatura.
Las leyes electorales rusas exigen que un grupo de intereses especiales de 500 personas se reúna en un solo lugar para respaldar a un candidato e iniciar el proceso de postulación.
La campaña de Duntsova, que había mantenido en secreto el lugar de la reunión hasta último minuto para evitar enfrentamientos con la policía, dijo que las luces del lugar se cortaron inesperadamente durante la promoción.
"Estas pequeñas travesuras probablemente continuarán, pero las superaremos juntos", dijo el equipo de campaña.
Uno de los partidarios de Duntsova fue detenido en la ciudad siberiana de Krasnoyarsk después de regresar de la reunión de nominación, según el grupo activista de mujeres Myagkaya Sila (Poder Blando). Según los informes, el partidario, que también es miembro de Myagkaya Sila, fue acusado de presentar una denuncia falsa contra un agente de policía
Fuente: La Nación