Negocios y economía

07/10/2020

Cierra el hotel Bauen, tras dos décadas de conflicto y el golpe final del Covid

Se creó para el Mundial del ?78, quebró y estaba ocupado desde 2003 por los trabajadores. Ahora dejarán el edificio.

La pandemia de coronavirus fue el golpe final. Después de 42 años -los últimos 17 bajo gestión de los trabajadores-, cierra el Hotel Bauen. Este domingo los miembros de la cooperativa terminaron los últimos preparativos de la mudanza, antes de abandonar el edificio de Callao 360. Semanas atrás, en la puerta y el hall principal del hotel, todo el mobiliario estaba a la venta. Había televisores, sillas, colchones, vajilla, teléfonos y heladeras de frigobar, entre otros cientos de objetos, a precio de gran barata. 

Los últimos meses habían sido de dificultad extrema. En diciembre, un ultimátum de la Justicia había puesto fecha al desalojo definitivo, después de que la Corte Suprema rechazara un recurso extraordinario presentado por los trabajadores. 

Sin chances por la vía legal, los cooperativistas apostaban a una resolución política, a partir del cambio de Gobierno. Pero esa respuesta tampoco llegó. Y luego vino la cuarentena, que anuló los tres rubros centrales que concentraba el hotel: el turismo, la gastronomía y el espectáculo. Bajo esas condiciones y deudas acumuladas, los trabajadores no pudieron sostener su permanencia. 

El Hotel abrió como un cinco estrellas para el Mundial 78, durante la dictadura militar. Se construyó en cinco meses con un crédito del Banco Nacional de Desarrollo (Banade). La historia del Bauen es la historia de Marcelo Iurcovich y los herederos del grupo que lleva su apellido. 

En los 70, Iurcovich tenía contacto con el contraalmirante Carlos Alberto Lacoste, entonces presidente del Ente Autárquico Mundial 78, encargado de la organización de la Copa, y con el brigadier Osvaldo Cacciatore, entonces intendente de la Ciudad. 
Aprovechando esos vínculos y las facilidades financieras que ofrecía la dictadura para ampliar la oferta hotelera, levantó una torre de 60 metros de alto, 20 pisos y 220 habitaciones. 

La historia de ese crédito derivó en un millonario juicio cruzado, que se inició en 1980: Bauen Sacic -de Iurcovich- le reclamó al Banade por haber financiado solo el 40% de la construcción. Y el banco estatal, luego absorbido por el Nación, amenazó con ejecutar la hipoteca. Según los abogados del Nación, Iurcovich nunca pagó el crédito. Según Iurcovich, no sólo había pagado, sino que por incumplimientos varios de la entidad le debían plata a él. La Justicia terminó dándole la razón, aunque la tenencia del Bauen siguió siendo conflictiva. 

En 1997, la empresa firmó el traspaso del Bauen a Félix Solari, quien era chileno pero no estaba emparentado con el grupo Solari, los fundadores de la firma chilena Falabella. Solari pagó alrededor de cuatro millones de dólares de un contrato que rondaba los 12. A los tres años, se presentó en convocatoria de acreedores. 

El hotel llegó a la quiebra el 22 de febrero del 2001. Siguió funcionando bajo supervisión de una sindicatura hasta el 28 de diciembre, cuando la Justicia indicó el cierre. Setenta trabajadores quedaron en la calle. En el medio, el hotel pasó otra vez de manos. Pero la destinataria no era cualquier sociedad, sino Mercoteles S.A, que tenía entre sus integrantes a miembros de la familia Iurcovich. 

En 2003 ocurrió la ocupación del Bauen y luego la inscripción como cooperativa. De a poco, con fondos de préstamos y aportes solidarios, recuperaron 160 de las 220 habitaciones, pusieron en valor el edificio. Y convirtieron al Bauen en B.A.U.E.N, iniciales de "Buenos Aires Una Empresa Nacional", prestando el lugar también para obras de teatro, emisiones radiales, conciertos y convenciones. 

Todo el camino estuvo atravesado por cruces judiciales y amenazas de desalojo. Aunque el golpe mayor, según los trabajadores, fue en 2016. El Congreso había aprobado expropiar el hotel y convertirlo en sujeto de utilidad pública. Pero el entonces presidente Mauricio Macri vetó la ley. Para los trabajadores, eso representó la vuelta a una situación crítica. 
Después llegó la suba de tarifas, que obligó a reducir las habitaciones disponibles a 120, y la crisis económica. 

Luego, la pandemia. Durante la cuarentena, algunos trabajadores sobrevivieron cobrando del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), otros con la ayuda económica a trabajadores autogestionados que otorga la Secretaría de Empleo del Ministerio de Trabajo. Pero las deudas con proveedores, servicios e impuestos se volvieron imposibles de cubrir. 

El Bauen no sólo contenía a los trabajadores del hotel, sino también a otras cuatro cooperativas: El Descubridor, el Movimiento Popular La Dignidad, el colectivo La Poderosa y la revista Cítrica. Juntos están buscando una sede futura donde seguir. 

Mientras, según lo dictaminado por la Justicia, el edificio debe volver a Mercoteles S.A. La Cámara Comercial le ordenó a la empresa indemnizar a la cooperativa y contratar en relación de dependencia a 50 de sus trabajadores. A finales de 2019, los trabajadores reclamaron actualizar los montos de indemnización, que eran de 2017. También dijeron que no cubrían la inversión hecha. 

Fuente: Clarín

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