El Malba pasó a pertenecer a una fundación abierta, no familiar
El fundador del Museo de Arte Latinoamericano donó a la flamante sociedad la colección de sus obras, además del terreno y el edificio.
El Malba cumplirá 20 años en 2021. Su fundador, Eduardo Costantini, cedió su trono como presidente de la Fundación Malba a Teresa Bulgheroni, gestora cultural con probada experiencia.
A lo largo de estos años, Costantini fue cumpliendo con el plan de ir trasladando su fundación del marco familiar a otro más abierto, y de impacto público. El tema de fondo del reciente encuentro por zoom con unos pocos periodistas especializados fue la donación del Museo, cuyo valor se estima en 300 millones de dólares.
La determinación de ceder el Malba a la sociedad, formulada antes de la inauguración del Museo y reiterada a través del tiempo, se acaba de concretar.
El destino de esa fundación fue el argumento que esgrimió Costantini para que se eximiera del pago del impuesto a la importación del arte que trajo al país desde el extranjero, en parte repatriado. Así defendió como bien común el arte que ingresó al Malba, aunque tributó hace diez años la importación definitiva.
¿Quién podía imaginar -en un país donde las palabras se tambalean y la gente se aferra a lo que tiene-, que Costantini terminaría por ceder no sólo la titularidad del bien más preciado que logró crear, sino también el dominio? Los términos de su discurso, reiterado en más de una oportunidad, no dejan lugar a dudas:
"El nombramiento de Teresa Bulgheroni, entusiasta colaboradora desde hace años y con vasta experiencia en la gestión de organizaciones de la sociedad civil, marca un hito en el proceso que el museo debe transitar para pasar de ser una institución ?privada?, administrada en gran medida por una sola familia, a una institución enteramente pública".
Sobre la donación y los números de la ahora Fundación Malba desde su fundación: https://www.malba.
org.ar/transparencia-1/)
Para comprender la magnitud de la palabra "donación" hay que recordar los nombres de unos pocos coleccionistas, los Guerrico y los Santamarina, Gonzáles Garaño, Crespo, Torcuato Di Tella, Hirsch y María Luisa Bemberg. Ellos pasaron a la historia, donaron las obras cumbre que consolidó la grandeza del Museo Nacional de Bellas Artes.
Costantini fundó un museo. Allí albergó su colección de arte de Latinoamérica, la más importante del mundo durante años en este recorte territorial. Buenos Aires se convirtió entonces en la ciudad insoslayable para el circuito cada vez más amplio que busca conocer e investigar el arte que el Malba atesora.
El Gobierno de la Ciudad, lejos de ver el beneficio, planteó cuestiones absurdas, negó el permiso para abrirlo y hasta exigió la donación de 600.000 dólares por cometer el pecado fundar un museo. Una serie de problemas increíbles que despertó solidaridad y también rechazo en el mundillo del arte.
Pero a pesar de todo, el gesto de Costantini resultó inspirador para Amalia Fortabat, que, sin perder tiempo, comenzó a construir el suyo propio en Puerto Madero.
En estos días, en el camino de despersonalización del Museo, se cambió el nombre de la Fundación Costantini por Fundación Malba que recibió la donación.
El coleccionista ya había hablado del tema con sus hijos, herederos naturales de un bien que, a su valor cultural y simbólico, suma el económico. El terreno está valuado en 30 millones de dólares, el edificio en 25 millones y la colección supera los 200 millones.
Por otra parte, el déficit operativo anual de 20 años asciende 50 millones y el estimado de la inversión total a 300 millones de dólares. El presupuesto anual es de 5 millones de dólares y la mitad de esa cifra llega a través de los sponsors, donaciones, entradas y porcentajes de la tienda y el restaurante. El déficit promedio de 2,5 millones lo financia la ahora Fundación Malba. Costantini aclaró: "Está previsto proveer fondos para los próximos 15 años que, bien administrados, pueden llegar a 20?. En el acto de asunción de Bulgheroni, el fundador del Museo pasó a ocupar la presidencia honoraria, será ?custodio de la misión y los lineamientos estratégicos".
Bulgheroni ganó visibilidad hace 20 años con una exposición memorable de las Vanguardias Rusas. Asumió con un equipo de 100 personas trabajando y más de mil colaboradores al año entre artistas, curadores, escritores, productores visuales, técnicos y operadores. La vicepresidenta de Malba es Norah Hojman, ambas integran el nuevo Consejo de Administración junto a Soledad Costantini, Joaquín Ibañez, José Chouhy y Jorge Perdomo.
Pero ¿qué pasará con un Museo donde más allá del arte se destacan las áreas de cine y literatura? El estatuto determina los límites.
"Las obras de arte de la colección no pertenecen al fundador ni a su familia, y los miembros del Consejo de Administración trabajan ad honorem y no pueden recibir dinero de la Fundación. Tampoco les está permitido a los fundadores o a cualquier otro miembro de la entidad de categorías disímiles, reservarse o adquirir derechos sobre el patrimonio. Éste pertenece al conjunto social y no individualmente a cada uno de los asociados o a un grupo determinado de ellos".
Finalmente, Bulgheroni recordó la apertura del museo durante la crisis de 2001 y observó que la situación actual del país impone un desafío.
Fuente: Ámbito Financiero