Negocios y economía

14/06/2019

La leche aumentó 100% en un año y su consumo sufrió un derrumbe histórico.

Por la escasez y la disparada del precio, la gente toma hoy un 21% menos que en 2016. Y la ingesta de lácteos cayó al nivel más bajo en 16 años. El rubro lidera la inflación en alimentos.

Cuando la plata no alcanza para seguir llenando el changuito como antes, lo primero en abandonar la lista de compras son los "gustitos" y "antojos".  Con el resto, la táctica suele ser elegir envases y marcas más baratos.  Pero si eso tampoco basta, ya se imponen recortes más drásticos: los que implican dejar de llevar a la mesa alimentos esenciales para la salud o servirlos en menor cantidad. Ese fue el dramático paso que debieron dar, este año, millones de familias argentinas, al reducir su consumo de leche y de lácteos a niveles históricamente bajos. Esto, luego de que sus precios, en sólo un año, llegaran a duplicarse.

En la leche, la escalada fue frenética. Un año atrás, en súpers de Capital, Clarín halló el sachet más económico de primera marca a $ 22,50. Hoy, en cambio, no baja de $ 45: el doble.  Si se toma la botella de litro, también de primera marca, el salto anual fue de $ 33 a $ 64: un 94%.

En la misma línea, las consultoras Focus Market y Scanntech relevaron 750 productos y hallaron que la leche fue el segundo que más se encareció en el último año: en promedio, 95,4%.

El encarecimiento de la leche, además, impactó en todos los derivados, como dejó en claro el informe que ayer difundió el Indec. Según el organismo, los lácteos fueron los alimentos más afectados por la inflación en lo que va del año, con un 31,2% de avance en Buenos Aires en cinco meses.

Como muestras, en yogur firme, un pote de 190 gramos de la marca líder que hace un año costaba $ 23,50 ahora se vende a $ 50, un 113% más caro, según relevó Clarín. Y el kilo de queso cremoso, si un año atrás valía $ 164, ahora ya se fue a $ 326.

En medio de la crisis, la respuesta de los hogares frente a estas subas fue limitar el consumo de los lácteos como hace décadas no hacían, así como volcarse a los más económicos.

Según los últimos datos de la Secretaría de Agroindustria, actualizados a marzo, este año se vendió en el país un 13,2% menos de leche fluida que un año atrás, y un 21,1% menos que en los mismos meses de 2016. Es decir, que 1 de cada 5 litros tomados tres años antes se eliminó.

"En 2018 el consumo había disminuido algo, pero la caída de este año fue muy fuerte, en cantidades y en calidades. La gente lleva muchos menos postres lácteos, flanes, queso rallado o leche saborizada. Y en la leche, lo que se destacó fue un vuelco a las marcas secundarias, y del cartón al sachet, lo que provocó complicaciones para mantener el abastecimiento de las marcas más económicas en sachet", explica Jorge Giraudo, el director ejecutivo del OCLA.

Fuente: Clarín

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