Por la escasez de dólares, no hay botines en el país del fútbol

Los cupos a la importación limitan la oferta de calzado; también existen demoras en el acceso a los insumos

Faltan dólares y las complicaciones llegan a la economía cotidiana. Porque, además de la escasez de insumos para la industria, autos 0 km o algunas materias primas importadas como café o cacao, los mostradores de las casas deportivas lucen faltantes o muestran una variedad acotada de botines de fútbol y otros artículos deportivos. 
Las tiendas del sector reflejan una dinámica macro, con dificultades para conseguir talles de algunos modelos o una oferta más acotada, especialmente de productos de gama media y alta. "Hay faltantes de productos. Botines hay poco y no tenés mucha variedad", reconocen en una de las grandes marcas internacionales que operan en el sector, donde advierten que el cupo de importación de modelos condiciona el abastecimiento y afecta las ventas. 
Ocurre que, en el contexto de escasez de reservas en el Banco Central, el negocio del sector también tiene cupos mensuales para el ingreso de productos importados, tanto en bienes finales como en insumos para la producción local. 
Elementos como las suelas o los plásticos requeridos para los calzados de mayor tecnología se ubican entre los más afectados. 
"Si bien no tenemos reclamos o advertencias generalizadas en el sector, es muy factible que haya faltante en algún modelo en particular", dicen a la nacion voceros de la Cámara Argentina del Calzado, la entidad que reúne a las empresas que fabrican estos productos en el país. 
Como ocurre en otros sectores, como la electrónica, estas plantas productivas ensamblan las zapatillas y utilizan en el proceso insumos importados. "Como hay limitación no solamente al calzado importado, sino también a las partes, puede haber algún tipo de restricción que afecte a algún modelo en particular", explican. 
En ese escenario, las marcas deportivas ajustaron sus esquemas de negocio y, ante las restricciones para la importación, se enfocaron en segmentos de mayor demanda en el mercado local, como los botines de fútbol o las zapatillas de entrenamiento. Segmentos como el calzado de voley, básquet o tenis, además de las pelotas y otros accesorios, ya mostraban una oferta limitada. 
Pero en el último tiempo, las demoras o las dificultades en el acceso a los insumos también afectó al abastecimiento de los rubros de mayor volumen. 
Las empresas confirman la existencia de cupos para la importación y reconocen buen diálogo con las autoridades para el acceso a divisas y la habilitación del ingreso de productos. Los montos o cupos, indican, son variables mes a mes, e insisten en que la insistencia de las autoridades es "incrementar la producción local". Pero en algunos rubros la oferta no está. 
Pérdida de escala y tecnología "En general, lo que pasa es que la Argentina ha perdido un poco de escala y tecnología en los últimos años al haber tenido tanta importación, en un proceso que afectó particularmente a las empresas medianas", dice Guillermo Gotelli, empresario del sector que actualmente comercializa la marca Signia y fue durante años el número uno de Alpargatas (Topper). "Y, además, hay algunos componentes de calzado que son casi 100% importados, como algunos materiales como las suelas, que no se producen en el país", agrega el empresario. 
En ese contexto, algunos segmentos de productos de menor volumen, como los botines de alta gama con precios más altos, son mayormente importados, por cuestiones de escala y costos. Pero con cupos acotados, la oferta se reduce y la demanda arrasa. "Lo que tirás al mercado, vuela", reconocen desde otra marca deportiva con presencia en el país, en referencia al stock de botines y zapatillas importadas. 
Aún con precios altos, existe un segmento de consumidores que busca comprar estos productos importados. En las tiendas deportivas reconocen que los principales temas de abastecimiento se dan en los talles "estándar" (entre 39 y 42), y que por eso es habitual encontrar más remanentes entre los talles chicos o los modelos más grandes.  

Fuente: La Nación