Viene al país el número uno de Wall Street en plena tormenta cambiaria
Jamie Dimon, CEO de J.P. Morgan, llega a Buenos Aires para participar de un foro que prevé también la presencia de Tony Blair
Se alinearon los astros. ¿O están a punto de chocar? Nunca se sabe en la Argentina. Jamie Dimon, CEO del J.P. Morgan, uno de los bancos de inversión más grandes del mundo, llegará esta semana a Buenos Aires en medio de una corrida cambiaria y a horas antes de elecciones que pueden calmarla o acelerarla. La fecha parece casual: el encuentro global que la empresa hace todos los años en alguna de las 90 naciones en que tiene presencia tocaba esta vez en el país y empezará oficialmente mañana. Pero hay un contexto que sí dudas ayuda: Occidente mira desde hace tiempo al gobierno de Javier Milei con genuino interés y eso se intensificó con el respaldo de Donald Trump.
El foro, que se hará en San Telmo, viene con la promesa de oradores estelares y empresarios de primer línea. Tony Blair, por ejemplo, ex primer ministro de Gran Bretaña, jefe del consejo del J.P. Morgan y, desde hace unos días, uno de los elegidos de Trump para encabezar una junta de paz que supervisaría el gobierno de transición "palestino y apolítico" en la Franja de Gaza. También Condoleeza Rice, exsecretaria de Estado norteamericana en la administración de George W. Bush y socia del banco. Y, entre los referentes del sector privado, Amin Nasser, máximo ejecutivo de Saudi Aramco, la petrolera más grande del mundo, que acaba de comprar estaciones de servicio en Chile y tiene desde hace tiempo interés en Vaca Muerta.
Es lógico que la visita haya provocado revuelo en el establishment argentino. Por la relevancia de los expositores, todavía no confirmados, pero también por la situación política local. J.P. Morgan no es solo un jugador potente en el universo financiero, sino también el banco elegido por el Gobierno para la operación de recompra de bonos y uno de los cinco que, según anticipó Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, tendrán una activa participación en el préstamo de US$20.000 millones que podría recibir la Argentina con respaldo de los derechos especiales de giro (DEG) que Estados Unidos tiene en el FMI.
No hay aún detalles, pero el simple anuncio de la operación fue suficiente para captar el interés del mercado en momentos en que casi todo es incierto porque depende de lo que pase el domingo. "Lo único importante son las selecciones y el día después: si Milei va a poder gobernar", dijo a LA NACION un empresario.
La convocatoria tiene varios capítulos. Incluye un almuerzo con Dimon, parte de su staff y unos pocos empresarios argentinos. Entre ellos, Marcos Galperin, Eduardo Escasany, Armando Loson y Mariano Bosch. Hay también una visita a un museo, un cóctel en el Teatro Colón como arranque mañana y hasta un lugar privilegiado para ver, el sábado, la final del Abierto de Tortugas entre La Natividad-La Dolfina y Ellerstina-Indios Chapaleufú. Los Cambiaso y los Castagnola versus los Pieres y los Heguy.
Al temario, que será variado e internacional, le resultará sin embargo imposible sustraerse de la crisis argentina, entre otros motivos porque tiene prevista una presentación del ministro de Economía, Luis Caputo. Para los empresarios es demasiado lo que la Argentina se juega en las legislativas, y esperan que el resultado sirva además como punto de inflexión: que el Gobierno no solo adquiera al menos el tercio mínimo para defender sus leyes, sino también mayor ductilidad para interactuar con la oposición. Lo mismo que piden Trump y Bessent, cuyo respaldo a la Argentina les sigue llamando la atención. "Esto no lo vi nunca en mi vida: apunta Trump, el secretario del Tesoro tuitea todos los días sobre la Argentina... Falta que salga el Papa", dijo uno de ellos.
"Tanto entusiasmo contrasta con el nerviosismo de ahorristas que vuelven a demandar dólares. Un clásico argentino: en tiempos de elecciones, el miedo le gana a la codicia. No les temen tanto a las intervenciones del Tesoro más poderoso del planeta como a lo de siempre: lo que puede volver a pasar"
Fuente: La Nación