Política

04/08/2022

Massa ensaya un ajuste del gasto, pero esta vez con respaldo político

Su designación cambió el humor de los mercados y del sistema político.

Si hubiera asumido tras la renuncia de Martín Guzmán, el desembarco no habría tenido el mismo efecto político. El Frente de Todos tuvo que ver el abismo con sus propios ojos. Y verlo desde lo suficientemente cerca como para constatar que no existía margen ni plan B. 
Una suerte de deja vú del derrumbe de 2001, cuando la crisis forzó una acuerdo inter- partidario. Anoche, el nuevo secretario de Producción, José Ignacio de Mendiguren, encarnaba desde su propia biografía el paralelo histórico. El "Vasco" fue ministro de Producción de Eduardo Duhalde, 20 años antes de ser electo para integrar el superministerio de Sergio Massa. 
En el último mes, se dispararon los dólares paralelos y las reservas brutas bajaron más de 4.500 millones de dólares. 
El desastre macroeconómico estuvo acompañado por una enorme sensación de desgobierno y de vacío en la toma de decisiones. Recién entonces Alberto Fernández y Cristina Kirchner aceptaron darle el poder a Massa. Para el cristinismo se trató de una negociación en la que, al menos, se quedaron con un área clave como el de la AFIP. Para el albertismo, en cambio, la operación se pareció demasiado al final anticipado de su gestión. 
El acto de asunción de Massa estuvo repleto de postales que certifican esa impresión: mientras Alberto Fernández se retiraba casi en soledad, Massa retaba a su hinchada por vivarlo como el jefe del Frente Renovador. 
El tigrense ya no quiere liderar solamente una tribu de la coalición de Gobierno. Y no es el único que lo percibe de esa manera. 
El paisaje apocalíptico previo le sirvió a Massa para subrayar el contraste. Su designación cambió el humor de los mercados y del sistema político. Una estrella del mundo del espectáculo lo describió desde su sensibilidad popular. Afirmó que había una "nueva energía". ¿Quién metaforizó el efecto que generó la entronización de Massa? La diva Moría Casán, pareja del suegro de Massa, Fernando "Pato" Galmarini. Moría Casán lo tuiteó desde la Casa Rosada. 
Hasta ahí, el aspecto épico de la intervención de Massa en el Ejecutivo. Su ascenso modificó el clima en el Frente de Todos. Y no se trata de un cambio menor. En la alianza oficial estaban destruidos los pilotes de la confianza mutua. 
Massa logró alinear a los cristinistas, con los albertistas, los sindicatos y los gobernadores. Ese respaldo implica poder político para aplicar medidas que, tal vez, no sean tan novedosas respecto a las gestiones previas de Martín Guzmán y Silvina Batakis. 
Massa no está inventando la rueda al ajustar el gasto público. El desafío del superministro será congelar la emisión, tal como prometió anoche, pero sin afectar la obra pública. Tras haber reprobado la breve gestión de Silvina Batakis por frezar transferencias a las provincias con superávit, los gobernadores cuentan con eso. Tampoco tendrá mucho margen social para empeorar el panorama salarial, con ingresos en peses que están por el piso. Apelará un novedoso canje de deuda en pesos y a un tope a los subsidios energéticos. La auditorio de los planes y programas sociales no parece ser una fuente de ahorro significativa. 
Las reuniones sectoriales y el poder de convicción de Massa serán otro punto clave. Esa instancia todavía no se empezó a jugar. Fue apenas anticipada anoche por el ex presidente de la Cámara de Diputados. Para que su ensayo resulte mínimamente exitoso, el apoyo político es un requisito indispensable. Sin esa capital, su cruzada no tendría destino. Massa parece haberlo logrado, al menos de forma circunstancial y sujeta a resultados. Pero tampoco es garantía de éxito. 
Massa, sin embargo, es siempre optimista.  
 

Por Andrés Fidanza - El Cronista Comercial

Fuente: El Cronista Comercial

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