"Un gobierno que busca ordenar el caos heredado": Guillermo Francos acusa a la oposición de intentar un "golpe de Estado" tras protestas violentas
El Jefe de Gabinete no duda: los incidentes frente al Congreso y la Casa Rosada son un guion escrito por la oposición para socavar al gobierno. En su relato, los manifestantes no son jubilados sino "barrabravas" armados por el kirchnerismo y La Cámpora, en una operación que busca replicar el clima del 2001. La bala de goma que fracturó el cráneo de un fotógrafo queda, en su discurso, como un "accidente" colateral en medio del caos orquestado. Mientras, el gobierno insiste en que no cederá al "chantaje": la consigna es resistir desde la legalidad, aunque el costo político se acumule como heridas en la calle.
En un clima político enrarecido por protestas que escalaron hasta las puertas de la Casa Rosada, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salió al cruce de las críticas y responsabilizó a sectores kirchneristas y de izquierda de orquestar una estrategia de "desestabilización" mediante la violencia. En una entrevista en radio Mitre , el funcionario defendió con firmeza la gestión de seguridad de Patricia Bullrich, desestimó las críticas por la represión, y vinculó las manifestaciones con una "búsqueda de sangre" para forzar un "golpe de Estado".
La narrativa oficial: "Violencia organizada"
Las declaraciones de Francos llegaron tras una noche de disturbios que comenzaron frente al Congreso y derivaron en enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad. Según el jefe de Gabinete, los incidentes fueron el resultado de una "violencia organizada" por grupos políticos opositores.
"Hay grupos de la política que intentan sin duda desestabilizar al gobierno. Un gobierno que viene dándose señales muy claras de mejoramiento de la economía desastrosa que dejaron años de gobierno kirchnerista", afirmó. Y agregó: "No encuentran requisito, entonces, ¿qué se les ocurre? La original idea de poner barrabravas a tratar de defender derechos de los jubilados. [...] Ellos iban directamente a provocar una reacción para después utilizarla".
Francos insistió en que los manifestantes estaban armados: "Iban con palos, armas tumberas [...] para generar una reacción de las fuerzas de seguridad". Sobre el saldo trágico ?un fotoperiodista en estado crítico tras recibir una bala de goma?, el funcionario expresó: "Son las lamentables consecuencias de un episodio violento como el que generaron esta gente [...] Ojalá que se pueda generar la recuperación de la persona herida". Sin embargo, evitó asumir responsabilidad directa: "La policía no le tira a una persona una lacrimógena para que caiga. [...] Habrá que hacer la investigación que corresponda".
La sombra del kirchnerismo y el rol de la Justicia
Al ser consultado sobre quiénes estaban detrás de las protestas, Francos fue categórico: "Sin duda que está el kirchnerismo, que está La Cámpora, que están todos los movimientos políticos que han estado gobernando el país durante las últimas décadas". Criticó además a la Justicia por liberar a detenidos: "Si se entiende la ley de esa manera, es muy difícil combatir la violencia organizada de sectores extremos".
El funcionario no dudó en calificar las manifestaciones como un intento de "golpe de Estado": "El grito de ?que se vayan todos? [...] lo que se pretende es una especie de golpe de Estado". Y defendió la respuesta de Bullrich: "No van a conseguir alterar el orden público que hemos restituido con mucho esfuerzo. [...] Las manifestaciones tienen un protocolo: deben ser pacíficas".
Bullrich, la línea roja del gobierno: la ministra que encarna la firmeza y divide las aguas
El pedido de renuncia firmado por Alfonsín, Rossi y parte de la oposición moderada no sorprende al oficialismo: para ellos, Bullrich es el escudo contra el retorno del "populismo violento". Francos la defiende sin matices: la represión fue una respuesta proporcional a una protesta "armada", y su salida sería leída como una capitulación. Pero el costo es alto: cada imagen de gases y palos refuerza el relato opositor de un gobierno que reprime antes que dialogar. En el ajedrez político, Bullrich ya no es sólo ministra: es la pieza que el oficialismo no puede sacrificar, aunque el tablero se incendie.
Bahía Blanca: La otra cara de la crisis
Mientras la tensión política arde en Buenos Aires, Francos relató detalles de la visita del presidente Javier Milei a Bahía Blanca, afectada por inundaciones descritas como "un tsunami". "El presidente estuvo recorriendo los lugares, conversó con el intendente [...] y dio instrucciones para la creación de un fondo de 200 mil millones de pesos", explicó.
Sin embargo, aprovechó para cargar contra gestiones anteriores: "Uno ve una infraestructura bastante dañada [...] durante los 50 años anteriores donde se depredó todo. [...] ¿Qué le piden a un gobierno que asume en situación de desastre económico?".
La pulseada política: Bullrich en la mira
La entrevista cerró con un mensaje contundente ante el pedido de renuncia de Bullrich firmado por figuras como Ricardo Alfonsín y Agustín Rossi: "No va a renunciar. Ella tiene una tarea encomendada: mantener el orden público. [...] Esos firmantes no sean ridículos: eso no era una manifestación pacífica".
Las palabras de Francos reflejan un gobierno que se percibe bajo asedio, dispuesto a atribuir la violencia callejera a una maquinaria opositora mientras exhibe su gestión en Bahía Blanca como contrapunto. Sin embargo, la gravedad de las imágenes "un fotógrafo herido, cacerolas frente a la Casa Rosada" reaviva fantasmas del pasado. En un país donde "que se vayan todos" resonó como preludio de crisis institucionales, el desafío de Milei será navegar entre la firmeza que pregona y el riesgo de que la represión alimente más descontento. La sombra de la polarización, una vez más, parece alargarse.
Fuente: Ejes de comunicación