Por las provincias

10/01/2020

Violencia en Rosario: hubo 12 crímenes en los primeros 8 días del año

En el inicio de 2020 se registraron más casos que durante el mismo período de 2013, el año con pico de homicidios.

Pintadas con los colores de Rosario Central adornan en la cuadra facha- das y columnas. "La vida por vos", dice una escritura futbolera con fondo azul y amarillo. Veinte metros más allá, sobre la calle, siete círculos dibujados con tiza identifican el lugar en el que quedaron desparramados los plomos. El portón del garaje, pintado con un celeste gastado, exhibe la marca de otro balazo. Adentro, la referencia más pesada y más oscura de la muerte: una mancha de sangre.

El 34 bis de la calle Ituzaingó fue el escenario del homicidio de Matías Amaral, de 23 años. Una de las cinco víctimas registradas en un lapso de 24 horas en el Gran Rosario, entre las noches del martes y el miércoles. Uno de los 12 asesinatos ocurridos en los primeros ocho días del año.

Amaral fue atacado por un grupo de entre cinco y seis personas que llegaron en auto hasta la casa. Vestidos como policías, violentaron la puerta y le dispararon: el cuerpo presentaba más de 15 impactos. La sombra de un conflicto entre bandas narco sobrevuela esa muerte.
A Nelson Barreto (18) lo mataron cinco horas antes, en la zona oeste de la ciudad. Dos encapuchados le dispararon en la cabeza cuando esperaba en la calle vender un par de zapatillas que podrían haber sido robadas. El ataque directo inclina a los investigadores a pensar que existía un conflicto previo que marcó su final.

Otro caso tuvo como víctima a Julio Giménez (50). Sucedió a las 0.40 del miércoles y tiene rasgos que lo diferencian de los otros dos: se originó tras una discusión familiar en la localidad de Villa Gobernador Gálvez, al sur del Gran Rosario. Su hijo fue detenido por el ataque.
Cuando el miércoles se iba, una balacera se registró alrededor de las 22 en el barrio Bernardo de Irigoyen.

Una familia estaba reunida en la vereda, en Alzugaray al 900, cuando dos personas llegaron a bordo de una moto y abrieron fuego. Murieron Antonella Albornoz (22) y Marcelo Alejandro Berlari (49).

La violencia escaló de tal manera en los primeros días del año que el nuevo intendente, Pablo Javkin, dijo estar "enormemente preocupado" con el tema. Peleas entre vecinos, un doble crimen en ocasión de robo -murieron el asaltante y un gendarme, víctima del atraco- y disputas entre bandas conforman el abanico de casos ocurridos en el inicio de 2020.

Desde el Gobierno nacional una vez más pusieron el foco sobre la problemática de la seguridad local, afectada por el comercio de drogas. "El narcodelito es una gran preocupación de los últimos 15 años en Santa Fe", dijo a Radio Dos el secretario de Seguridad, Eduardo Villalba.

El martes, algunas horas antes de la seguidilla de tres crímenes, el funcionario nacional se reunió en Rosario con el ministro de Seguridad de Santa Fe, Marcelo Saín. Se comprometió, además de trabajar en políticas integrales, a sostener el número de efectivos Federales que patrullan el territorio provincial.

La problemática narco, con poderosos actores del negocio asesinados, detenidos y en algunos casos condenados, es un fenómeno recurrente en el Gran Rosario en los últimos años.

Desde 2013, cuando se registró el pico de homicidios y de disputas abiertas entre bandas, se avanzó en la detención del núcleo más fuerte de la banda "Los Monos", aunque los investi gadores reconocen que las segundas y terceras líneas del grupo siguen operando sobre el territorio.

El año pasado también cayó Esteban Alvarado, otro de los operadores más temidos dentro del delito local.

Aunque trabajó en las sombras durante años, sin las exposición de "Los Monos", cayó tras digitar el homicidio de un prestamista. La investigación expuso sus aceitados vínculos y la protección que recibía de parte de sectores policiales.

Otros capos narcos, como es el caso de los integrantes de los clanes Funes y Camino, fueron detenidos o asesinados. Los que se salvaron sostienen su liderazgo desde la cárcel, aunque actores del negocio más relegados buscan disputarles el poder.

La corrupción policial es uno de los temas más complejos sobre los que trabaja Saín, ex viceministro de Seguridad de Buenos Aires y ex director de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). El funcionario impulsó el pase a retiro de 31 altos jefes, cambios en distintas jefaturas y hasta la intervención de la cuestionada Unidad Regional XII.

En sus declaraciones, Saín advirtió que no permitiría la "resistencia policial" y que, "el que jode, termina en el calabozo". Apenas cuatro días después de asumir, criticó a "referentes policiales que desde la llegada de esta nueva gestión gubernamental perdieron centralidad y autonomía para hacer lo que se les dé la gana, inclusive, convivir con el delito".

Las medidas generaron tensión y algunos episodios sugestivos: Ariel "Teletubi" Acosta, un peligroso sicario, se escapó el 20 de diciembre del Centro de Justicia Penal cuando iba a firmar un juicio abreviado por un crimen.

La fuga fue insólita. Se paseó entre abogados, jueces, policías y hasta ingresó en una sala donde se desarrollaba una audiencia. Pidió disculpas, buscó otra salida y se marchó. En medio de esas situaciones recrudeció este año la violencia criminal.

Desde 2013 a la fecha ningún registro supera, en la primera semana de un nuevo año, lo sucedido en los días iniciales de 2020. Los doce casos ocurridos en el Gran Rosario ya conforman un cruento e inquietante récord de la estadística criminal.

Fuente: Clarín

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